Esta es una pregunta que me hacen muchas personas, sobre todo jóvenes, quienes no encuentran fácil hallar una respuesta.
Claro, la mayoría aspira a ser una estrella en este medio, generalmente en la televisión o el cine y sueñan con aparecer en películas de Disney o en novelitas rosa ambientadas en escuelas secundarias o universidades.
Pero, ¿qué tan difícil es llegar a ser una estrella?
Mencionaba en un artículo anterior la diferencia entre un verdadero artista y alguien que por suerte, influencia u otro motivo llega a figurar en este espacio tan codiciado.
Y marcábamos la diferencia fundamental: estudio y perfeccionamiento.
En principio se necesita tener vocación, esto es seguir el "llamado" interior para hacer algo.
Louis Jouvet, el notable actor francés, la menciona como "persistencia en la elección", y el filósofo, tambien francés, Louis Lavelle, dice que "La vocación no está hecha de antemano, me corresponde hacerla; he de saber extraer de todos los posibles que hay en mi, el posible que debo ser".
Con esta vocación firmemente decidida, hay que estudiar en una escuela de arte dramático de preferencia reconocida, también puede ser ingresando a un grupo de teatro en el cual el director tenga una trayectoria de formación actoral sólida y de categoría.
Estos estudios duran cinco años y cinco años más de práctica para adquirir una buena técnica. Con el doble de tiempo ya puede decirse que se está capacitado para cualquier papel.
Estos estudios duran cinco años y cinco años más de práctica para adquirir una buena técnica. Con el doble de tiempo ya puede decirse que se está capacitado para cualquier papel.
¿Veinte años son muchos?
No, yo tengo cuarenta años como actor y sigo aprendiendo.
No, yo tengo cuarenta años como actor y sigo aprendiendo.
Pero al márgen de la vocación, uno se va a topar -en la mayoría de los casos- con la oposición familiar.
Primero dirán que el ambiente es muy inmoral, que los actores son unos sinvergüenzas y las actrices unas cabezas locas, por decir lo menos.
Esto se debe a que no se conoce a fondo la profesión y que el sólo hecho de fingir lo que no se es y hacer personajes que a veces son muy desenfadados origina que se piense que el actor es "el" personaje y no se diferencie uno de otro.
Además en todas partes se cuecen habas y si bien es cierto hay algunos casos escandalosos, yo conozco a infinidad de colegas que tienen una moral intachable.
Superado el punto te dirán que no se puede vivir del teatro.
Depende.
Hay muchos otros profesionales que no pueden vivir de lo suyo por la competencia u otros motivos, pero eso no les da pie para arrepentirse de lo estudiado y echarlo al tacho lamentándose de haberlo hecho.
Al contrario, muchas veces es un acicate para insistir en ello y salir triunfante en un medio adverso.
Entonces ¿qué hacer ante ésta inquietud actoral?
Lo más sensato, analizar con detenimiento los pros y los contras, conversar con los familiares más cercanos (los padres si se es menor de edad) ver hasta donde nos podemos "sacrificar" ya que la preparación del actor implica mucho esfuerzo físico, mental y dejar de lado cosas que nos gustan (paseos, fiestas, etc) pero a cambio recibiremos el premio de nuevas amistades,(yo conocí a mi esposa haciendo teatro con ella) mejor conocimiento de nuestro potencial interno y la alegría de hacer lo que nos gusta.
Cuando pasen varios años y sigamos haciendo teatro, entonces estaremos seguros que no nos equivocamos en la elección.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar