EN EL CAMERINO

Aqui estamos.
En el camerino; ante el espejo.
Mudo, iluminado en su contorno.
Esperando que nos acerquemos a él para devolvernos nuestra imágen.
Esa imágen de alguien que lo mira casi sin comprender que está pasando en ese momento.
Y ahí, ante el espejo, como el escritor ante el papel inmaculadamente blanco, nos ponemos a pensar en lo que se viene.




Él une mentalmente sus ideas, acomoda sus pensamientos, coge el lápiz y traza las primeras palabras. Nosotros miramos fijamente nuestra imagen.
Es el reflejo de un alma que tiembla ante lo que va a suceder en los próximos noventa o cien minutos.
Hay algo de ritual en ese accionar ante el espejo, y ese ritual implica una transformación




Dejamos de ser "nosotros" para ser
"ellos"
Ellos, quienes vivirán su vida propia.
Ellos, quienes nos usarán para resolver sus conflictos.
Ellos, los personajes que se adueñarán de nuestra alma.
Ellos, los que tienen muchas cosas que decir y nosotros permaneceremos sin poder decir palabra alguna, mudos.
Como presos dentro de un cuerpo que aún siendo nuestro no nos pertenece.





Ahora, sólo quedan los ultimos arreglos.
Revisar el vestuario.
Retocar el peinado.
Ajustar tal vez algunos accesorios.
Y esperar.




Todo está listo.Los tramoyistas se retiran de escena dejando el decorado puesto y ajustado.
Los traspuntes dan las últimas indicaciones.
Los compañeros experimentados aconsejan.








El bullicio va cediendo poco a poco a una calma que aumenta aun más la tensión reinante.

La escena vibra y pulsa como un organismo vivo.



Ahora todos.
Primeros actores y primeras actrices.
Secundarios.
Coristas.
Figurantes.
Todos van dejando de lado, poco a poco sus temores.
El tan temido "trac" va cediendo ante lo inevitable.






Por último, las palabras que preceden al gran momento:
¡"Tercera llamada"!


Y los corazones que hasta hace unos segundos palpitaban acelerados, recobran su ritmo normal ante la última, definitiva y ansiada orden:

¡Abran el telón!

PAUKARTAMPU Y KIMBA FÁ

Conversaba con unos amigos acerca del montaje de Paukartampu que se viene presentando en Lima, y –cuando no- surgieron los eternos disconformes.
Se argumentaba que era una copia del Cirque Du Soleil adaptado a una costumbre cuzqueña en homenaje a la Virgen del Carmen, en pocas palabras un Cirque cholo y para redondearlo todo representaban en carpa.
En lo personal, a mi el espectáculo me parece sumamente impresionante y creativo, el trabajo realizado por César Aedo (actor y mimo) es por demás encomiable.
La historia es simple: recrea un viaje imaginario en el que un turista, una pareja de panaderos y un borrachín protagonizan escenas de emoción y descubrimiento de las raíces andinas donde se mezclan elementos españoles e incas graficando el rico y mestizo Perú de hoy, con la participación de más de 30 actores en escena, bailarines y acróbatas que lucen alrededor de 100 trajes y máscaras multicolores.
El primer personaje es una panadera que viaja de Oropeza a Paucartambo a inaugurar el horno y vender el tradicional pan cuzqueño. Ahí se encuentran con todo este fervor religioso del que rápidamente se contagian.
Su pareja es también panadero quien desde un inicio se abandona por completo a los encantos de la fiesta y se olvida de la esposa y sus labores.
Los otros personajes son un turista que le toma fotos a todo lo que encuentra a su paso, así como un peculiar borrachín que causará mil y un enredos.
Lo interesante son los números de acrobacia, malabares y circo entremezclados con la parte actoral, de danza y pantomima, contando además con la participación directa del público quien es invitado a subir a escena en varias oportunidades.
¿Negar que hay inspiración en el Cirque du Soleil? Imposible, no olvidemos que el grueso de su carrera la ha hecho en escenarios extranjeros, incluso su formación como mimo la hizo con Marcel Marceau y con muy buenos profesores en otras ramas de la actuación (algo que envidian muchos de nuestros actores), y que su esfuerzo le ha costado.
Todo este despliegue escénico apoyado con música tradicional peruana hace que este sea un espectáculo inolvidable.




Claro que a todos no les gusta, como a uno de estos amigos a quien tampoco le parece un buen trabajo como el del Teatro del Milenio y la obra Kimba Fá que la califica de copia del grupo ingles Stomp. Aquí hay otro aspecto interesante. Todo el espectáculo del Teatro del Milenio está inspirado en ritmos y tradiciones afro-peruanas, lo que lo diferencia del grupo Stomp que es más general en cuanto a ritmos. La temática de Kimba Fá también es muy particular, porque toca lo cotidiano para nosotros los peruanos: la combi, el bar, el fútbol, y personajes como el emolientero, el afilador de cuchillos, la anticuchera, etc. Bajo la batuta de su director Luís Sandoval, bailarines, actores y músicos componen un todo maravilloso de pura raíz peruana.



Y digo yo: ¿hasta cuando vamos a seguir siendo mezquinos con el trabajo de nuestros compatriotas?

PA' OTRO DIA SERÁ

Para quienes ejercemos la docencia -en mi caso, teatral- siempre es muy gratificante cuando ex-alumnos se acercan a uno y le cuentan acerca de sus logros profesionales.
Es algo que dificilmente se puede explicar con palabras, hay que sentirlo.
Es una mezcla de alegría, orgullo, es casi un sentimiento paternal el que lo impulsa a uno a querer gritarle al mundo: "¡Mi trabajo no fue en vano!"
Ya muchas veces he experimentado eso y siempre lo siento como si fuera la primera vez.
Sé que a muchos les parecerá hasta cursi esto, pero efectivamente uno queda convencido que ese esfuerzo que hizo para poder llegar de la mejor manera al alumno y transmitirle lo poco que uno sabe -pero trasmitido con amor y dedicación- no cayó en saco roto y que lo que él trae en las manos como una ofrenda de agradecimiento, es lo más valioso que tiene y que habría que evaluar si verdaderamente lo merecemos.
Hoy vuelvo a sentir ese sentimiento y esa alegría al recibir el fruto del trabajo de una querida alumna a quien me tocó dirigir en la puesta en escena de "El enfermo imaginario" para el Consorcio de Universidades.
Ella es Cármen Montoya Parra "Carmencha" para los amigos.
Excelente persona, fina artista y muy intuitiva a la hora de componer un personaje, dúctil, puntual, disciplinada.

Con esos atributos, era lógico que en algun momento destacara en el campo de las artes escénicas.
Pero no ha sido en el teatro donde lo ha hecho, sino en el cine, a traves de la realización de un documental -que dá título a este artículo- y que se llama "Pa' otra vez será"
Este documental producido por DOCUPERU en su taller de Verano 2010 ha ganado el premio a mejor ópera prima en el Festival Filmocorto del Festival de Cine de Lima 2010.

La historia es simple, hace 3 años a Kamikaze (una jóven amante del rap y el hip hop) le impresionó el cantante RekU-T-Q y ahora ha decidido buscarlo, explorando lugares de su distrito que ignoraba estaban ahí.
Es así que poco a poco va descubriendo algo que conocía pero a la vez no; mototaxistas, breakdancers, raperos y amigos, o simples vecinos, la llevan a ir mirando más profundamente en el alma del barrio, que late como un organismo vivo, poco sentido por la mayoría de la gente.
Una vez más, mi agradecimiento a Cármen Montoya por haberse acordado de su maestro de teatro, que lo hace sentir muy orgulloso y a la vez seguro de que -despues de estos tantos años en el medio- la semillita regada y cuidada con tanto cariño, ha dado sus frutos.
Créditos:
Guión y Dirección: Carmen Montoya Parra.
Producción: Jorge Luis Suárez Macedo
Camara: Aarón Ormeño
Sonido: Natalia Puertas Cavero
Edicion: Ana Rosa Benavides De Luchi Lomellini
Asesor de proyecto: Nicolas Landa
Documental realizado en el taller EL OTRO DOCUMENTAL -Feb. Marz. 2010



EL TEATRO GRIEGO

Como todos sabemos, el teatro tuvo sus orígenes en Grecia, aproximadamente en el siglo VI a.C.
Lo que en un principio comenzó como un ritual en honor al dios Dionysos, poco a poco fue convirtiendose en....
Un poco tedioso, ¿no?
Pues bien, buscando unos videos, encontré este trabajo acerca de la historia del teatro griego producido y dirigido por Roberto Jaimes Romo.
Está presentado en tres partes y a mi me parece formidable.
¡Disfrútenlo!








CANCAN

Revisaba la programación de los canales de cable (vulgo “zapping”) cuando me di con una película del año 2001 llamada Moulin Rouge –que dicho sea de paso no me gustó- y que giraba en torno al célebre salón que presentaba espectáculos cómicos, circenses y de danza..
Y esto trae a comentario otro aspecto relacionado con dichas presentaciones: el cancan.


El cancán hace su aparición en París alrededor de 1830. Era una forma más animada del galope, un baile que era la figura final de la cuadrilla. Tenemos así, que el cancan es originalmente una danza para parejas, las cuales realizaban movimientos con los brazos y las piernas. Posteriormente fue influenciada por los pasos de un bailarín de la segunda década del siglo XIX, Charles Mazurier; quien mezclaba los pasos de danza con demostraciones acrobáticas, las cuales tambien incluían el grand écart (o caer con las piernas abiertas), este movimiento final sería una de las características del cancan.
Hacia 1850, Celeste Mogador, bailarina vedette del Bal Mabillé, inspirada por las aceleradas polkas de Jacques Offenbach, inventa una nueva danza: el cancan.
Originalmente la danza era conocida como el "chahut" que significa "alboroto". Mientras que despues cambiaría su nombre a cancan que significa "escándalo"
Si en un principio, en Francia durante el siglo XIX el cancán permaneció como una danza para bailarines individuales -quienes lo ejecutaban en una pista de baile- cuando migra a los Estados Unidos, cambia de estilo y se populariza en teatros y bares con un pequeño escenario, y en donde es bailado por grupos de mujeres en base a una coreografía que dura alrededor de diez minutos, en donde cada bailarina demuestra sus habilidades en forma individual.


Los principales movimientos del cancan son cuatro:
La patada alta o battement.




El rond de jambe o movimiento de la pantorrilla en rotación, con la rodilla levantada y la falda sostenida a lo alto.




El port d'armes, o girar sobre una pierna, mientras se sostiene la otra por el tobillo en posición casi vertical.


El grand écart, o caer con las piernas abiertas. Tambien se le llama el puente.



A diferencia de muchas bailarinas que nos han dejado sus imágenes anónimas, hubieron dos que se hicieron famosas, tanto por haber sido inmortalizadas en sendas pinturas de Toulouse Lautrec, como por haber cobrado la mas alta remuneración por sus presentaciones en el Moulin Rouge: Louise Weber, llamada La Goulue (La golosa, por su costumbre de tomar el licor de un solo trago) y Jane Avril



La Goulue

Jane Avril


¿Por qué los caballeros de la época, literalmente “se alocaban” con el cancan?

Es falsa la afirmación de que los ponía eufóricos la observación del tobillo femenino (que según la costumbre permanecía oculto) ya que los vestidos normalmente dejaban ver los zapatos de color negro, con taco aperillado.
Y a propósito, había una cancioncita por esos años que decía más o menos así:

Mañana por la mañana
te espero Juana en mi taller
te juro Juana que tengo
ganas de verte la punta del pie.

La punta del pie, la rodilla,
la pantorrilla y el peroné,
te juro Juana que tengo
ganas de verte la punta del pie.

¿Entonces eran las piernas femeninas el objeto de su alboroto?
Tampoco, las medias negras llegaban hasta la rodilla y de ahí para arriba, la ropa interior (léase calzones) por su abundancia de bobos no dejaban percibir mucho.

¿Se bailaba entonces sin ropa interior, como sostienen algunos?
No. Había algo de escándaloso en el baile, pero en el fondo se mantenía un cierto tipo de recato.
¿Y qué cosa era?
Lo que acabamos de mencionar: los calzones.
Hasta antes de la invención de la cinta elástica tejida para las confecciones, (las ligas sólo se usaban para sujetar papeles desde 1845) tanto las medias como los calzones se sujetaban con cintas.
Obviamente y dada la cantidad de enaguas, polizones y el mismo tipo de calzón con bobos, resultaba muy engorroso para las mujeres atar y desatar la prenda cada vez que necesitaban visitar el baño. La solución fue simple: una abertura en la entrepierna.


Al bailar y levantar las piernas o darse la vuelta levantando la falda por detras, los espectadores tenían una vista estupenda de las intimidades de las coristas.
¡La locura!
Para terminar, si bien es cierto el siguiente corto no se filmó en el Moulin Rouge, al menos nos presenta un fragmento del famoso cancan.


¡GRACIAS JOHN!


Tal vez quien más haya influenciado en la juventud de la segunda mitad del siglo pasado ha sido John Lennon, fundador del grupo musical Los Beatles.
Juventud que venía cargando en su interior una serie de problemas derivados de conflictos sociales, militares y emocionales, juventud contestataria que renegaba de viejos moldes impuestos por una sociedad represiva, racista y marcadamente consumista que no escatimaba esfuerzos para lograr lo que -según su forma de ver- era lo "bueno, adecuado y conveniente para nuestros hijos" .

Así, se debía mantener una "presencia decente" con el cabello bien cortado, afeitado y con ropa tradicional y de colores sobrios.

Al finalizar los estudios -los cuales no se debían llevar de forma mediocre, sino con buenas calificaciones- el joven debía estudiar en una universidad, graduarse de profesional (las carreras técnicas o no existían, o eran para los más pobretones y de bajas calificaciones ) y "ocupar un sitio" en la sociedad.

Al irrumpir en los años sesenta un grupo musical que justamente rompía con ese concepto de "vida adecuada" para la juventud, quienes ya habíamos terminado la secundaria sentimos que se abría un mundo diferente y nuevo ante nosotros.

Cabello: (como a uno le diera la gana de llevarlos: cortos, largos, batidos, lacios, pintados, en mechones, cola de caballo, con lacitos, trenzados, con rulos, etc) pantalones y camisas (según se pudiera y se quisiera, de colorinches o sobrios) y lo más importante; la actitud.

Cuestionar todo, decidirse a preguntar el por qué y no a seguir ciegamente la regla impuesta por nuestros "sabios" mayores.

¿Y de donde partía todo eso?

Justamente de las letras de las canciones de esos músicos jóvenes que dieron el primer paso al cambio social que marcó la segunda mitad del siglo XX.

En esas letras se nos hablaba de amor, pero no de un amor sufriente y dolido (como el de algunos de nuestros valses criollos) sino del amor alegre, del amor que sacrifica todo por quien se ama, y que se extiende más allá del ser amado, hacia toda la gente.
Se nos hablaba de amistad, de generosidad.
Se nos hablaba de lo simple que es la vida y que debe llevarse en esa forma, y que las complicaciones nos las imponemos nosotros.
Se nos hablaba de vivir en paz, sin diferencias ideológicas, religiosas o raciales, de ser ciudadanos del mundo.

Y el principal artífice de esos mensajes fue John Lennon.

Hoy hubiera cumplido setenta años de vida, pero eso es lo de menos, el es inmortal por su mensaje, por sus hermosas melodías y maravillosos versos.

Hoy más que decir Happy birthday John, hay que decir ¡Gracias John!

Por que nos hiciste ver la vida de otra manera, porque cambiaste a la juventud para bien (aunque muchos digan lo contrario) , porque me cambiaste la vida y hoy a casi cuarenta años de tu muerte te seguimos extrañando.

Aunque en el fondo, tu sigues aquí, con nosotros.



BATACLANA

A raíz del artículo “Artistas, Calatistas y otras istas”, hubo amigos que me preguntaron el por qué no usé la palabra “bataclana” (tal como se menciona con mucha frecuencia en los programas y columnas de espectáculos) en lugar de “calatista”, que no figura en el diccionario de la Real Academia Española.
Claro, como tal no figura, pero es un sufijo de la palabra “calato (ta)” que es un término propio de Perú y Bolivia y significa: desnudo, y lo hice por darle un sabor más coloquial al asunto.
Ante tal derroche de crítica lingüística a mi modesto artículo, retruqué solicitándoles que me indicaran –si acaso lo sabían- el significado de dicha palabreja.
Y me di con la sorpresa, que la totalidad de ellos, desconocían el origen del término.
Pero yo sí lo conozco, y como no me parece de buen tono guardarme dicho conocimiento es por eso que hoy lo comparto con todos mis lectores.
¿De donde nace el término “bataclana”?

El Bataclan es una sala de espectáculos de París, y su nombre hace referencia a Ba-Ta-Clan, el nombre de una opereta de Jacques Offenbach, si el mismo autor del célebre baile “can can” que forma parte de su ópera cómica “Orfeo en los infiernos”

El Bataclan fue construido por el arquitecto Charles Duval en 1864 con la forma de una pagoda china (en relación con la obra de Offenbach,), en lo que por aquel entonces eran los límites de la ciudad. En sus orígenes fue un gran café-teatro, con el café y el teatro en la planta baja y un gran salón de baile en la primera planta. En él se representaban los vodeviles y se daban conciertos.
Posteriormente, la sala pasó por diferentes etapas, paralelamente recobrando su esplendor en 1910, gracias a la restauración de la sala y a una programación consagrada a las revistas de José de Bérys (Maurice Chevalier obtuvo aquí sus primeros éxitos).
Y tan famoso se hizo que hasta se vendían juegos de puntería inspirados en dicho cabaret.

Así, impulsada por estos éxitos, la compañía del Bataclan se embarcó en una gran gira por Sudamérica que devino en un fracaso financiero total.
En 1932, la sala fue transformada en cine. En 1950 se produjo una pérdida parcial del edificio original, durante la adaptación a las nuevas normas de seguridad, y en 1969 la sala retomó su antigua condición y se convirtió nuevamente en sala de espectáculos.
En la actualidad, el Bataclan ha recuperado los colores originales que había perdido años atrás, aunque no así su antiguo techo de pagoda.

Pues bien, en los espectáculos, las coristas vestían con escasa ropa y se las relacionaba con una vida disipada, lo que provocó que a las mujeres de vida liviana, se las llamara despectivamente “bataclanas”


Las Bataclanas llegaron a España en los años 20 procedentes de Paris de dicho teatro que hacía una tournée. Llevaban números muy avanzados para la época, entre ellos el dúo pseudo lésbico que protagonizaban Marcelle Montaigne y Diane Lafourcade, dos conocidas vedettes del Bataclán, por eso cuando dos mujeres eran lesbianas se las llamaba bataclanas. Y aclaro, las fotos siguientes no pertenecen a las mencionadas.

























Para ilustrar un poco más el artículo incluyo fotos de algunas bataclanas a traves del siglo XX

Bataclana de los años 1910

Bataclana de los años 1920 - 1930


Bataclana de los años 50


En América, la palabra bataclana aparece en 1922, tras la llegada a Buenos Aires de la compañía teatral parisina Bataclan, y -con la fama que se manejaban sus coristas- la cultura popular le adjudicó un significado peyorativo.
Y estos son algunos de dichos significados según el país:

Argentina:
Prostituta avejentada. Mujer que sale demasiado arreglada a la calle, generalmente aparentando más juventud que la real.

Chile:
Mujer de poca respetabilidad social y moral. Prostituta de baja categoría que no necesariamente recibe un pago en dinero.
Mujer, descuidada en su presentación personal, en su forma de hablar y en la manera de comportarse en público.
Mujer sin importancia en su entorno social.

Colombia:
Prostituta barata de barrio

Perú:
Mujer fácil, divertida, coqueta.
Una mujer que usa escasas prendas de vestir, canta, baila y coquetea.


Perú y específicamente Lima, también tuvo sus bataclanas famosas en la década del 1950 con Betty Di Roma, Mara "La Salvaje" y Anacaona.
Era la época de oro de las compañías Bim Bam Bum y Cha cha cha, y de las boites Embassy en la plaza San Martin y Pigalle en Lince.
Betty Di Roma

Sin embargo, y a diferencia de otros países, nosotros le damos la acepción más exacta al término, tal como se les daba en el París de nuestros abuelos, y aunque a muchas les incomode, una corista que baila y canta con poca ropa es una BATACLANA.

Bataclanas 2010

Lo que hagan en su vida privada no es asunto nuestro.

ENRIQUE RÁEZ, EL ARTISTA IGNORADO

Nueve de la noche de un viernes cualquiera, de un mes cualquiera del año 1972, (pienso que eso no tiene mucha importancia) salíamos de un ensayo y estábamos con pocas ganas de ir a casa.
Nos quedamos en la esquina del salón de ensayos conversando un poco, uno de nosotros tenía una guitarra y otro una mandolina donde a fuerza de pellizcones trataba de arrancarle algunas melodías al desvencijado instrumento.
Directo hacia nosotros, enfundado en un saco gris, se acercó un joven. Pero su intención no era entablar un diálogo con nosotros, fue directo hacia el instrumento y se lo pidió prestado a su asombrado dueño.
Lo que siguió aun lo recuerdo después de casi cuarenta años: las notas del Tico Tico no fubá, aquella melodía brasilera de Zequinha de Abreu, que siguen resonando en mis oídos.
Luego vendría El pájaro campana de Ampelio Villalba (aunque muchos creen que es de autor anónimo) y en una vorágine musical, valses, boleros y tantas canciones más.
Total, casi las doce y media de la noche y nadie tenía la menos intención de retirarse.
Pero, ¿Quién era ese joven de frescos 25 años que tan prodigiosamente sabía tocar la mandolina y la guitarra?

Enrique Ernesto Ráez Mendiola, amigo entrañable quien hoy, 12 de octubre, cumple cinco años de su partida de entre nosotros a deleitar con su música en otras dimensiones, más elevadas que la nuestra, mortal y miserable


Enrique, Quique como lo llamábamos nosotros, era un artista casi total: compositor, interprete, actor, músico, poeta, dramaturgo, era uno de esos trovadores a quienes los peruanos nos empeñamos por ignorar tan sólo porque les interesa solo el arte y no el marqueteo sumiso a los medios y vendido a los escándalos que dan rating.

Hay mucho que decir de Quique, pero pocas palabras para decirlo, es que su talento era tan grande y tan fino, que es de los que dejan una huella muy profunda en quienes lo conocen.


¿Sabes a que me refiero verdad Quique?

Estoy hablando de ti, y siento que te estás incomodando, porque tú eras auténticamente modesto, quizá por eso no se te reconoció como debía.
¿Te acuerdas de los ensayos en mi casa para montar Ensayo General o El Comprometido, obra para la cual compusiste el tema principal que era una feroz crítica a los políticos vendidos (o tránsfugas) como se les llama ahora, casi cuatro décadas después?
¿Te acuerdas de ese esfuerzo por difundir muestra música llamado Runa Simi en el cual tú tocabas la mandolina y el charango y yo te acompañaba con la percusión, junto a Manuel en la quena y Omar en la guitarra?


Y ¿te acuerdas de esas largas noches haciendo música hasta la madrugada enfundados tú en tu eterno saco gris y yo en mi poncho tratando de mitigar el húmedo frío invernal de Lima?
Sé que te acuerdas de todo eso, yo no lo voy a olvidar nunca.
Como olvidar tu compromiso político que te hacía sostener largas discusiones con el líder sindical del Sutep, Horacio Zevallos, tu amigo del alma (¡Si hasta le pusiste Horacio a tu hijo!) y tus presentaciones gratuitas en las fábricas y locales sindicales para elevarles el nivel cultural a costa de tu esfuerzo y con la mirada torcida de los empleadores que veían en ti a un agitador.
No Quique, no puedo olvidar la dulzura de “Juana”, la historia de aquella jovencita que llegó a Lima ilusionada y se estrelló de cara con nuestra agresiva realidad.
Aun hoy cuando la canto, se me parte el alma como la primera vez que la oí en mi casa, en un estreno exclusivo para mí.
Quique, el actor, que frecuentaba Histrión y se conformaba con papeles sin mucha notoriedad, porque decía que no hay papel pequeño.
(Yo también así lo creo, lo que hay son actores pequeños).
Quique, el dramaturgo que escribía acidas piezas donde retrataba a nuestra gente tal como es, sin estereotipos ni falsedades.
Quique, el trovador que le cantaba a la vida, a la amistad, a la solidaridad, al amor.
Quique, el amigo juguetón y bromista, el eternamente enamorado de la vida.
Debes estar echando chispas por todo este panegírico, pero ¡que caray! Te lo mereces y punto.
Sin embargo, es una lástima que por esa modestia tan propia en ti, pocos te conozcan, pocos sepan lo gran compositor que fuiste, buen actor, excelente músico, pero por sobre todas esas cualidades; una magnífica persona y un verdadero amigo.

12 de Junio de 1947 - 12 de Octubre de 2005










ANECDOTAS TEATRALES II

Como quiera que ha tenido acogida le publicación de anécdotas teatrales, continúo ofreciendo a mis lectores estos sabrosos momentos.
Aquí va la segunda parte:

En los años 80, Adela Gleijer llegó de Montevideo con su marido Juan Manuel Tenuta y aquí ambos retomaron su pasión por el teatro independiente. Cuando hacía un espectáculo en aquellos típicos sótanos, donde existía una gran cercanía con el público, la acción que definía a su personaje consistía en tratar de alcanzar, subrepticiamente, una cajita de pastillas ubicada en una mesa de apoyo. Su esfuerzo interpretativo estaba concentrado en transmitir la necesidad y dificultad de esa tarea, cuando, de pronto, advirtió que un dedo de alguien del público la corría hacia su lado para ayudarla.
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Años atrás, la gran Hedy Crilla estaba en los ensayos generales de un gran éxito: Sólo 80, dirigida por su ex alumno Agustín Alezzo. En un momento, se hacía un apagón total y Crilla debía avanzar a oscuras hasta situarse en frente del escenario. Un actor, ubicado en el lugar, servía de guía para la actriz de avanzada edad (tenía 85).
Dominado por los nervios, este último demoró su salida, cuando se escuchó un fuerte golpe. Las luces se encendieron y no había nadie en la escena.
De pronto, se escuchó la inconfundible voz con acento alemán de Crilla:
-"Queridos compañeros, estoy en la platea".
Pies arriba, entre las butacas de la primera fila.
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Pero los adelantos técnicos también son fuente de innumerables anécdotas, la que sigue ocurrió en la época en la que aparecieron los primeros micrófonos inalámbricos. Una famosa actriz, con un famoso actor-productor, dejó la escena y se fueron a camarines, pero no les apagaron los trasmisores de sus ropas. A partir de ahí, en el escenario y en la sala se pudieron escuchar claramente, por los parlantes y a gran volumen, los gemidos, exclamaciones y jadeos provenientes de los camarines.
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Mencionaba en la anterior entrega, que Jesucristo Superstar tiene infinidad de anécdotas, sin embargo aquí en nuestro país, un equivalente muchísimo más antiguo a esa exitosa obra teatral es el montaje de “La Pasión”, que se representa en Semana Santa.
Mi gran amigo y maestro Ernesto Ráez, me ha hecho llegar tres anécdotas relacionadas justamente con esas puestas en escena en las que él trabajó, las cuales trasmito a ustedes:

Hacía de Longinos, el soldado romano que recupera la vista al hundir su lanza en el costado a Cristo crucificado. Un crucificado que tenía un especial sentido del humor –o de camaradería- ya que acostumbraba no ponerse calzoncillo mientras estaba colgado de la cruz.
Es de imaginarse la concentración que debía tener María al alzar los compungidos ojos al hijo y encontrarse con el "espectáculo de su prominencia fálica".
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En una presentación que se hacía en la plaza de toros de Acho un actor apellidado Salinas, hacía el papel de Jesús.
Como no era un lugar apropiado para las representaciones teatrales, a fin de mantener la acústica y visibilidad adecuadas, se representaba con altoparlantes y en vez de telones había apagones.
En el silencioso apagón que seguía a la muerte del crucificado se oye por los parlantes la angustiada voz de Salinas:

-¡Me caigo!
La misma que va in crescendo hasta resonar con toda intensidad seguida de un golpe seco:

- ¡Me caigo, carajo!
Se encienden las luces y se ve erguirse a un magullado Cristo "resucitado", pero dolorido.
Huelga decir que “La Pasión”, terminó en una gran carcajada del público.
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Sin embargo, es en provincias donde la representación era fuente de anécdotas y hechos curiosos.
Como era difícil y poco práctico movilizar extras (o supernumerarios) que solo decían una o dos líneas, los personajes de los doce apóstoles se completaban con boleteros, chocolateros, etc. Se les ponía una túnica, una barba de liga y a llenar los doce asientos de la famosa cena.
El público contaba que fueran exactamente doce, habida cuenta de que la compañía “venía de Lima” y como buenos provincianos no permitían que se les diese gato por liebre.
Sin embargo, en una ocasión, no pudieron conseguir más de once.
¿Qué hacer?
El actor que hacía de Pedro, experimentado en las tablas y ducho en el arte de la “morcilla” y las improvisaciones, dijo al resto de la trouppe:

- No se preocupen, yo lo arreglo.

Y muy suelto de huesos, al salir a escena agregó un texto:

- Maestro...
- Sí, Pedro.
- Maestro, Mateo encarga decirte que no va a venir a cenar esta noche.
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La obra de Don Juan Tenorio, da para muchas anécdotas. En la escena de la calle de la casa de Doña. Ana, cuando Don Juan le dice a Ciutti.- “Con oro nada hay que falle; Ciutti, ya sabes mi intento: a las nueve en el convento, a las diez, en esta calle”, el encargado de bajar el telón, debía estar distraído, y bajo el telón en el "intento" dejando al actor con la palabra en la boca, y esta claro que con un enfado considerable hacia el encargado del telón


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Cuéntase que una veterana actriz, interprete habitual del personaje de la “monja Superiora” en "Don Juan Tenorio" harta de oírse todas las noches un insulto cuando "el Comendador" dice aquello de "Imbécil, tras de mi honor que os roban a vos de aquí".Decidió decir lo siguiente.-
¿Donde vais comendador imbécil? El actor que representaba al comendador, no tuvo mas remedio que añadir.-Tras de mi honor que os roban a vos de aquí. Y de esa forma la actriz evito que la insultaran una vez más.
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Esto que a continuación relato, manifiesta lo importante de una buena "morcilla".
La obra comienza en la hostería del Laurel, en la que, durante las primeras siete breves escenas, don Juan escribe una carta, el hostelero y el criado Ciutti hablan de sus cosas, llega un embozado y después otro. Este segundo embozado que se llama don Diego, al entrar pregunta:

DON DIEGO: ¿La hostería del Laurel?

BUTARELLI: En ella estáis, caballero.

DON DIEGO: ¿Está en casa el hostelero?

BUTARELLI: Estáis hablando con él.
El embozado se acomoda, llegan después dos señoritos sevillanos. Y se desencadena la acción de la trama.
Pues bien. Sin que se sepa por qué, el actor que interpreta al hostelero Butarelli, cuando concluye su diálogo con el primer embozado, don Gonzalo, en vez de quedarse en escena limpiando y trajinando, como indica la acotación de la obra, hace mutis, se marcha.
En ese momento entra en escena el segundo embozado, y pregunta:

DON DIEGO: ¿La hostería del Laurel?
Perplejo, advierte que en la hostería sólo se encuentra un embozado sentado a una mesa. No sabe qué hacer. Es imposible que el actor encargado del papel de Butarelli le responda por la sencilla razón de que no está. Breve y angustioso silencio. Pero surge la genial improvisación del primer embozado, que es Don Gonzalo:

DON GONZALO: En ella estáis, caballero. Ni está en casa el hostelero ni estáis hablando con él.Más de una vez, en el teatro nos salva el saber improvisar.
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Esta que me contaron y que ahora transcribo, es una prueba de cuan sensibles pueden ser los actores.
En la primera escena del Tenorio, algo muy grave debió sucederle al actor que interpretaba el papel de Butarelli (posiblemente una diferencia económica con el empresario) que le indignó. Y urdió con paciencia su fría venganza.
Se levantó el telón y empezó la acción...llega el instante en el que Don Diego (El padre de Don Juan) entra a escena

DON DIEGO.- ¿La hostería del Laurel?

BUTARELLI.- ¡En la acera de enfrente!
(Tenia que contestar.-En ella estáis caballero)

El "hostelero" cerró bruscamente la puerta y dio con ella en las narices a todo el mundo, pues hubo de suspenderse la función en medio de un barullo escandaloso y colosal
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Hace ya algunos años, en un teatro de Madrid, se llevó a cabo una representación que estuvo plagada de sorpresas.
La obra llevaba ya varias semanas en cartel cuando uno de los actores, que hacía el papel de un alguacil, dejó el teatro para irse a trabajar a otro sitio, de modo que uno de los figurantes fue seleccionado para que hiciera su papel.
El texto era corto y muy sencillo:
El alguacil entra en escena, casi al comienzo de la obra, y pregunta:

- “¿Sois vos Don Juan Tenorio?”
- Don Juan : “Yo soy”
- Alguacil : “Sed preso”.El figurante recién ascendido estaba muy nervioso el día de su estreno. Antes de salir a escena, no hacía más que repetir una y otra vez: “¿Sois vos Don Juan Tenorio?” “Sed preso” “¿Sois vos Don Juan Tenorio?” “Sed preso”. Y así continuamente.
Al fin le llegó el turno. Dando tumbos, salió al escenario y con voz insegura preguntó:

- ¿Sois vos Don Juan Tenorio?
- Yo soy

Y ahí el pobre novato se quedó en blanco. No recordaba qué le tocaba decir y decidió improvisar:

- ¡Documentos!
El público estalló en carcajadas. Don Juan no sabía que responder… al fin masculló algunas palabras, algo así como “por Dios os juro que soy Don Juan Tenorio” y viendo que el figurante no decía nada más, lo cogió por un brazo y se lo llevó de escena, gritando “¡Está bien, os acompañaré a la prisión!”.No se supo nunca más del figurante.

Pero ahí no acabaron los avatares de esta terrible función. Llega un momento en la obra en que Don Juan y Don Luís Mejía se baten en duelo. Al fin, el primero saca una pistola y mata al segundo de un tiro.
Pero aquella noche aciaga… cuando Don Juan fue a echar mano de la pistola, ¡se dio cuenta de que no la llevaba! ¡Se la había dejado en el camerino!
¿Cómo matar entonces a Don Luís?
Sin pensarlo ni un segundo, le dio una patada en salva sea la parte, ahí, dónde más duele.
Don Luis le miró con gesto de sorpresa y exclamó:

- ¡La bota estaba envenenada!
Y se murió.
Nunca el público se rió tanto con Don Juan Tenorio.
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Y lo que sigue, va de "yapa"

Las siguientes tres anécdotas, sucedieron en una de las tantas obras que he dirigido.
Estábamos presentando la obra “Oratorio” de Alfonso Jiménez en un colegio de señoritas y en la misma no había entreactos, se daba de corrido y el montaje era del tipo poema-dinámico con mucho desplazamiento, y más de veinte personajes representados por ocho actores. Faltando unos diez minutos, uno de los actores empezó a intercalar en su texto la palabra “molino”. Nadie supo de qué se trataba hasta el final de la obra en que tras cerrarse el telón lo vimos parado en medio de un charco, con el vestuario mojado, y lo único que nos dijo fue “moliné”.
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Había sido invitado por un amigo crítico teatral del diario La Prensa de Lima a los ensayos de la obra juvenil “Sólo abrió una puerta”, cuya temática se basaba en el movimiento hippie. Al entrar a la sala nos encontramos con una tremenda bronca, pasados casi cinco minutos de espectar desde la última butaca el entredicho, el director abandonó la sala dejando a la productora –y autora- presa de un ataque de nervios. Sólo faltaban diez días para el estreno, el teatro estaba pagado por tres meses y el avisaje listo en la imprenta. Al percatarse de nuestra presencia, la autora se dirigió a nuestro común amigo y le preguntó desesperada:
-¿Viste el lío que se ha armado, quién va a dirigir ahora?
El crítico con la mayor frescura me señaló con el dedo y le dijo
-“Él”
Así, sin querer, me vi preparando una obra de teatro en sólo una semana (musical incluido) y haciendo además, el papel protagónico ante la negativa del actor a que yo lo dirigiera, mas por solidaridad con el anterior director que por falta de profesionalismo.


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Y esta no es solo una anécdota, es una muestra de profesionalismo en grado sumo. Montábamos la obra “Ensayo General” y uno de los actores (dos parejas) era Enrique Ráez. Pues bien, faltaban quince minutos para abrir el telón y él no se aparecía. Diez minutos y primer timbrazo y nada. Segunda llamada y ni la sombra de él. Cuando ya habíamos decidido dar la cara y devolver las entradas se apareció tambaleándose de la borrachera que tenía.
Con voz estropajosa nos indicó que venía de un velorio y que había estado tomando desde el día anterior. Al decirle que íbamos a tener que cancelar la función, puso el grito en el cielo, se paró como pudo tras el telón y ordenó:
- ¡Apaguen la sala y abran!
Todos estábamos indecisos, pero como director, y conociendo a mis actores, me la jugué; ordené abrir y apenas la luz lo iluminó cambió en forma radical. Su voz tenía el tono de siempre, se movía por el escenario lo más normal y no se olvidaba ni una coma del texto. Cuando concluyó la obra (una hora y quince después) hicimos la consabida venia, cerramos la cortina y cayó al suelo desmayado, teniendo que llevarlo cargado al camerino.
Jamás he visto tal poder de concentración de un actor en su personaje.

ANÉCDOTAS TEATRALES

Muchas son las anécdotas sucedidas a través del tiempo en esta hermosa profesión. Aquí les dejo algunas para que las disfruten.

Representando "Culpables" de Jaime Salóm, en el Teatro Príncipe de Madrid, se había producido una avería y caía agua desde el techo a la platea. Las localidades afectadas no se vendieron y se dio la representación. Luisa María Payán, la actriz protagonista, había advertido a los actores que no se pronunciara la palabra "lluvia" para evitar las burlas del público.
Pero, durante el segundo acto, representando una exhumación en un cementerio el bueno y despistado Pepe Vivó, olvidado de la advertencia dijo: "y menos mal que ha dejado de llover...". Uno de esos espectadores ocurrentes, presente en el casi lleno patio de butacas exclamó:

- "¡Eso será ahí, en el escenario!


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La Argentinita, Encarnación López, nacida en Buenos Aires en 1898, hizo su carrera en España destacándose como bailarina excelente y de gran clase, sobresaliendo también como simpática cantante. En su espectáculo en el teatro Romea, en uno de sus cuplés: “El matrimonio”, realizaba una imitación de Raquel Meller. Esta asistió una noche a la función. Al finalizar la interpretación del cuplé se levantó del palco y fue al escenario, sin gritos, tranquilamente le dio una cachetada a Encarnación delante de todo el público y le dijo:

-¡Y esto es para ti!

Dejándole en claro que una artista de su talla no aceptaba imitaciones.


                                                             Raquel Meller                                           Encarnación López

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Doroteo Martí, uno de los grandes divos del teatro español del siglo XX tenía costumbre de dirigirse al público. Representaba la Pasión y, al final de la obra, clavado en la cruz, dejaba caer la cabeza sobre su pecho como muestra de haber exhalado su último suspiro. Ruedan las lágrimas por las mejillas de muchas espectadoras. Desciende y sube el telón repetidas veces para corresponder a los aplausos de un público entregado y conmovido. En una de estas subidas el telón no desciende inmediatamente, queda alzado. El crucificado yergue la cabeza y en el tono más natural y simpático del mundo, se dirige a los espectadores, todavía conmovidos, y les anuncia:

Mañana, en funciones de matinée y vermouth: Genoveva de Brabante!

Y vuelve a quedar postrado, clavada la barbilla en el pecho, desmadejado el cuerpo, mientras continúan los aplausos.

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Un actor en plena representación, se le olvido un párrafo y obligo al resto de compañeros a pasarse cuatro páginas. Un espectador comentaba acabada la obra:

-“Es la cuarta vez que la veo, y hoy la he encontrado mas ágil. Me ha gustado más que nunca”.


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El cómico Luís Manzano, que cumplió varias temporadas de éxito en el Teatro Apolo allá por los años veinte, se encuentra actuando en Málaga con un sueldo exiguo. Y apenas tiene para lo más preciso.
Ante esta delicada situación económica, reunido consigo mismo en junta general, decide por unanimidad no abonar un céntimo a la patrona en cuya casa se hospeda. Un día la patrona que, aunque sea la excepción, era una infeliz, pregunta muy intrigada a uno de sus huéspedes:

-¿Sabe usted lo que quiere decir "bohemio"?
-Naturalmente. ¿Por qué me lo pregunta usted?
-Porque el señor Manzano me ha dicho que él no paga porque es "bohemio".

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Era una compañía de teatro con tan pocos recursos, que ocurrió lo siguiente: Tenían que representar "Los Claveles" (Una zarzuela) Y en momento de la salida del camarero, este hacia mutis, tomándose una cerveza que había ido a servirles. El Actor se la tomo de verdad, y en la función de noche, cambiaron la cerveza por un vaso con agua.


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Henry Irving, el gran actor inglés (intérprete de la primera versión de "Drácula", de Bram Stoker, en el teatro) desempeñó durante parte de su carrera el cargo de director del Lyceum Theatre.
Para una de las obras que preparaba, se hizo necesario conseguir un caballo, e Irving empleó varios días buscando uno adecuado para sus propósitos. Finalmente, trajeron uno, y para asegurarse, el actor preguntó al dueño del animal.

- ¿Es manso este animal?
- Por supuesto, sumamente manso- respondió el dueño,- y muy adecuado. Hace poco, en el Majestic Theatre, sirvió al actor Beebohm Tree, cuando éste representaba la obra "Ricardo III".


En ese momento, el caballo aprovechó para dar un enorme bostezo. Irving se lo quedó mirando con sorna, y comentó a su dueño:
- Sí, manso es. Pero... no me lo quedo. ¡Me parece que este caballo tiene demasiada tendencia a la crítica teatral!

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Una vez cuando se estaba representando la Casa de Bernarda Alba, a la producción se le ocurrió utilizar un maniquí para simular el personaje de Adela la hija menor de Bernarda Alba,
El maniquí colgaba y simulaba bien el cuerpo de alguien que se había quitado la vida colgándose del cuello; se vio tan real y veraz; mas, de pronto, una de las piernas del maniquí se cayó al suelo desatando la risa espontánea del público


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En el montaje de la obra “La muerte de García Lorca” presentado en el “Teatro Nacional” en Caracas en 1980 u 81. se mezcla lo terreno con lo sobrenatural.
Se trataba de un recorrido íntimo por las últimas horas de la vida del poeta, casi un monólogo que tocaba en lo mas profundo de los espectadores de una manera demoledora.
La temporada fue de muchas funciones a sala llena, la última de ellas en una tormentosa noche tropical.
Una de las escenas transcurría con el poeta sólo en mitad del escenario que iluminado por un spot prácticamente cenital rezaba a un Dios en el que no podía creer. En un momento dado levanta la voz y le exige una respuesta… el teatro quedaba en esos momentos sumido en el más profundo de los silencios ahogados por la tensión dramática del cuadro. Pero en este caso, apenas acababa de hablar el actor desde las tablas, el retumbar ronco y profundo de un largo trueno asaltó a traición. Finalizadas las últimas reverberaciones del fenómeno meteorológico todos guardaron silencio uno o dos segundos más, hasta que como necesaria catarsis a la tensión acumulada echaron a reír.


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En mayo de 1973, Alejandro Romay contrató a Nélida Lobato y a Zulma Faiad para “Escándalos”, la nueva revista de El Nacional. El productor tuvo que mandar a construir un segundo camarín principal, doble y con baño incluido, para que no hubiera diferencias entre las figuras. Pero el problema mayor estalló con el cartel.

Romay lo resolvió de una forma ingeniosa: mandó a construir un molino, para la marquesina, con los nombres de ambas en sus aspas, que giraban permanentemente y no se sabía quién estaba primero.


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Los animales "no contratados" y frecuentes en los teatros son los murciélagos y las ratas. A principios de los años 90, el Luna Park de Buenos Aires, estaba lleno de murciélagos en su parte alta. A menudo se electrocutaban con las luces o caían medio moribundos en pleno escenario de Drácula, el musical. Quedaban los cuerpos en los carros escenográficos y, en una ocasión, Paola Krum revoleó su capa de Lucy y desparramó unos cuantos murciélagos muertos entre sus compañeros. En la misma obra, una vez una rata apareció en escena y logró que cundiera el pánico entre las actrices que vestían lujosos miriñaques, que les dificultaba correr del animalejo.


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Un musical que tiene numerosas anécdotas es Jesucristo Superstar, en la versión que dirigió Rubén Elena, en 1989. El que más sufrió fue Aníbal Silveyra, quien interpretaba a Jesús. No sólo porque había un actor que le pegaba latigazos en serio, sino porque en una función, a aquellos que sostenían con cuerdas la cruz, donde estaba crucificado, los traicionaron sus fuerzas. La cruz comenzó a ceder hacia adelante y Silveyra tuvo que resucitar a Jesús pero con el grito de:

- ¡¡¡Socorrooooooooo!!!





Y por ésta vez, dejemos descansar la pluma.

OBRAS MALDITAS

El enfermo imaginario, ha sido siempre una obra que a muchos directores les ha dado miedo interpretar dado que su autor murió en escena durante la representación.
Superstición, leyenda, ¿será una obra maldita?, ¿Hay obras malditas?
Entremos en materia.
Macbeth escrita por el gran William Shakespeare, es la obra maldita por excelencia.
Los actores, representantes, directores, hasta los utileros, se niegan a pronunciar este nombre, sobre todo en el mundo anglosajón. Cuando hablan de ella se refieren a la “tragedia escocesa” así no pronuncian su nombre. El propio argumento ya nos pone sobre la pista.
Al noble Macbeth le mueve la fatalidad escrita en las estrellas y la ambición es lo que genera que entre en un proceso de autodestrucción. El cumplimiento inmediato de la primera profecía y la ambición de su esposa, le llevarán a cometer un crimen para alcanzar lo que antes le habían augurado.
Tres brujas le anuncian un destino que le llevará en poco tiempo a ser rey de Escocia. Según la leyenda, fueron brujas reales originalmente contratadas para actuar como brujas en las primeras funciones, ya que ninguna actriz quería hacer el papel, y los hechizos que utilizaban se decía que eran auténticos. Una bruja maldijo la obra como venganza por haber revelado secretos de estos encantamientos. Se comenta que son hechizos malvados, que van echando maldiciones a diestra y siniestra a los que participan en esta obra y hasta a sus espectadores. Si un actor hace de Macbeth, le caerá la ruina total y nunca podrá triunfar. El conocidísimo actor Peter O´Toole interpretó Macbeth y este fue el peor momento de su carrera un auténtico fracaso.
La fatalidad se encargó de aumentar su mala fama en el año 1964, cuando se quemó un teatro nuevo en Lisboa que estaba representando esa misma obra.

España también tiene sus propias obras malditas, en este caso se trata de una zarzuela La Tempestad, del autor Ruperto Chapí con libreto de Miguel Ramos Carrión.
Esta obra fue todo un éxito en 1882, a pesar de las críticas que tuvo en la época.
A raíz de entonces en los teatros y lugares donde se ha montado esta obra la desgracia se ha cebado con ellos. Representantes arruinados, directores sin obras, actores sin empleo…
El infortunio es el protagonista cuando se habla de La Tempestad.

Otra zarzuela, que ha llevado a la superstición es la famosa Leyenda del Beso, esta obra de Reveriano Soutullo y Juan Vert, tiene una parte maldita para muchos entendidos, lo que se llama la Romanza de la amapola.
En esta escena se ve como una gitana llamada Amapola lee la mano a nuestro protagonista, un joven noble llamado Mario, se dice que en esos momentos la mala suerte se apodera del actor, puede llegar a causarle un sin fin de desgracias y en ocasiones hasta la muerte. Esta parte del Acto II en diversas ocasiones ha sido omitido, por miedo a las desgracias, por miedo al fracaso.

Acto II
En el campamento de los gitanos Iván expresa sus penas de amor mientras afila su cuchillo. Llega Gorón, amigo de Mario, y baila un fox-trot con las gitanas. La fiesta gitana está a punto de empezar y se acercan el resto de los nobles con Mario, a quien Amapola lee el porvenir. La fiesta comienza y Mario hace un brindis, ofreciendo su copa a Amapola. Iván, celoso, se enfrenta a él y se la arrebata tirándola violentamente al suelo. Los nobles y los gitanos evitan la pelea entre Mario e Iván

Y no son de ahora estas creencias. En la Crónica Sueca podemos leer un hecho bastante curioso y escalofriante.
Corría el año 1513 y se estaba representando en el palacio de Alborg la obra El Misterio de la Pasión ante Juan II, rey de Suecia, Dinamarca y Noruega.
El actor que representaba a Longinos, emocionado por el ímpetu de su papel, clavó realmente la lanza en el costado del desventurado actor que hacía de Cristo, cayendo muerto al instante, aplastando en su caída a la actriz que hacía de Virgen María.
El rey Juan II, encolerizado por lo que estaba viendo, subió al escenario, se lanzó contra el actor culpable del desaguisado y le cortó allí mismo la cabeza. A la salida del espectáculo, los otros asistentes, a quienes les había gustado el modo tan realista de representar a Longinos, en un arrebato de furia mataron al monarca. Todo un lío histórico, tanto que le tuvo que suceder en el trono Cristián II.
La mencionada obra, teñida ya de sangre, no se volvió a representar durante años, por si acaso…
Se podría decir que es el colmo de la mala suerte sino supiéramos que existen otros ejemplos muy significativos, aunque mucho menos sangrientos.

Aunque para fatalidad la que tuvo el cantante de ópera norteamericano Leonard Warren que, en 1960, actuaba en La forza del destino –de Verdi– en el Teatro Metropolitan de Nueva York, representando el personaje de Don Carlo.
Acababa de iniciar la famosa aria: “¡Oh fatal urna de mi destino!”, y cuando llegó precisamente a la palabra “fatal”, se tambaleó, cayó hacia delante de repente y murió de un ataque cardíaco. Ni que decir que desde ese momento esta ópera y esta aria, en concreto, empezó a generar cierta desazón…

Además de obras, existen autores que adquirieron el dudoso privilegio de ser considerados nefastos. Un claro ejemplo es el del dramaturgo y escritor barcelonés Jacinto Grau, autor de comedias como Don Juan de Carillana (1913) o El hijo pródigo (1918).
Sin embargo su fama de autor nefasto está dada por El señor de Pigmalión (1921) donde aborda el tema del teatro dentro del teatro.
Pues bien, en España ningún empresario quería representar sus obras, y en concreto ésta última, por su terrible fama negativa. En un reportaje concedido en 1974 al matutino La Nación, José Cibrián contaba que cuando su padre puso en escena la citada obra en un teatro de Madrid, en la década de los años 30, todo el mundo le llamaba insensato, y más aún cuando en uno de los últimos ensayos uno de los intérpretes se presentó, pese a que padecía una seria dolencia pulmonar.
El actor pagaría con su vida el exceso de profesionalismo, y muchos compañeros le atribuyeron la desgracia a la presunta influencia nefasta de don Jacinto, renunciando a sus papeles.
La mala suerte parecía acompañarle a todas partes, durante una conferencia que Jacinto Grau dio en un teatro de Buenos Aires, se cayó la lámpara del techo hiriendo de gravedad a varias personas.
Creo que ahí lo dejamos.

¡MUCHA MIERDA!

Antes de cada función, y ya sean elencos profesionales o grupos de aficionados, se repite una cábala (que se dice a telón cerrado y juntando las manos como los jugadores deportivos) con la que nos deseamos éxito: ¡Mucha mierda!
¿Y de donde nace esa expresión?
Ésta nace a mediados de 1800, en la época en la que el público se transportaba en coche de mulas o a caballo, afuera del teatro se podía ver los desechos de los animales y si abundaban es que hubo muchos espectadores y por lo tanto la obra tuvo éxito, por lo menos en taquilla.
Pero ésta no es la única cábala teatral.
Sabido es que el hombre es supersticioso, es más la superstición es tan antigua como él mismo y dio origen posteriormente a la religión. El actor, que en un principio era un oficiante religioso (recordemos los cultos a Dionisos como origen del teatro) no podía estar ajeno a toda suerte de cábala y superstición.
Así tenemos que además de lo antes mencionado, lo único que una persona bien intencionada nunca debe hacer es desearle buena suerte a un actor. Esta es quizás una de las más conocidas supersticiones teatrales todavía en vigor. Hay una creencia entre algunos profesionales de teatro que los fantasmas tienden a rondar los teatros vacíos, y están dispuestos a producir el resultado contrario de lo que escuchan que piden. Con el fin de frustrar los espíritus, los actores suelen decir lo contrario de lo que realmente significan. Al decirle a alguien "rómpete una pierna" en lugar de "buena suerte", la esperanza es que el espíritu será engañado en la prestación de la buena suerte real para el artista intérprete o ejecutante, la otra versión es que necesitar suerte para lograr el éxito es como dudar de la capacidad y talento del actor, y una tercera alude a que como los telones de los costados se llaman "piernas" (o patas) si pedimos que se rompan (con el consiguiente problema durante la representación, los fantasmas van a hacer lo contrario y el decorado -y toda la obra- se mantendrán en buenas condiciones logrando el éxito.
Y siguiendo con el tema de los fantasmas, hay otra superstición teatral conocida como la Luz Fantasma. Debido a que los fantasmas sólo pueden habitar espacios oscuros, una luz especial "Ghost Light" (luz fantasma) se ubica tradicionalmente a la izquierda en el centro de la escena.
Esta luz no sólo se destina a mantener a raya a los espíritus malignos, sino que también proporciona una iluminación suficiente para los tramoyistas para encontrar su camino entre bastidores sin tropezar con actores que esperan u otros obstáculos.
Se dice que cada teatro de Buenos Aires tiene su fantasma. En el Maipo tienen nombre y hasta los saludan. Lo mismo que en el Cervantes, según lo que cuentan sus empleados, lleno de espíritus. Pero el más notorio es el de la sala chica del Broadway. Muchos artistas, productores, técnicos y directores, aseguran que ahí hay un fantasma que empuja. "Te juro que me empujó y casi me caí de la escalera", dijo un famoso jefe de prensa. Algunos, incluso, le han puesto Raúl.

Sigamos, los viejos trabajadores de limpieza de los teatros aún evitan dejar una escoba en el escenario porque creen que eso "barrería", ahuyentaría al público, nadie debía sentarse sobre la ya desaparecida concha del apuntador, a ningún actor o técnico debe ocurrírsele silbar por la noche dentro, ni en las inmediaciones del escenario.
Otro tipo de superstición teatral implica el uso de accesorios falsos en lugar de objetos reales de valor, como antigüedades, joyas o flores de verdad. Esta superstición tiene algún valor práctico, sin embargo, ya que esos objetos se han perdido, roto o robado durante una campaña de producción.
Las flores de verdad también deben sustituirse periódicamente, y el potencial de resbalones y caídas en una zona mojada siempre está presente.
Algunas compañías de teatro también creen que las antigüedades reales llevan consigo las energías espirituales de los antiguos propietarios, tanto positivas como negativas, y esta energía negativa podría afectar las actuaciones.
El uso de una Biblia real o reliquias no tienen cabida en el escenario.
Los directores utilizan a menudo un libro común y una cubierta falsa para simular una Biblia para evitar una falta de respeto hacia un texto sagrado.
Hay algunas supersticiones teatrales que parecen desafiar la lógica.
El uso de plumas de pavo real, en cualquier forma o manera se dice que es de mala suerte, sobre todo porque los "ojos" del plumaje de un pavo real representan el mal de ojo.
El tejido es también desalentado tanto dentro como fuera del escenario, aparentemente a causa de las agujas que podrían causar daños a los trajes o ser pisado por los actores. Incluso llevar una caja de maquillaje medio vacía, es considerado un mal presagio, ya que representa un rasgo de aficionados en un actor o actriz profesional.
Jamás se le deben dar flores a una actriz “antes” de empezar a actuar, sólo al final de la representación, y jamás deben haber claveles en los camerinos.
Otros creen que es de mala suerte tener un espejo en el escenario, una superstición que tiene sus raíces en la antigüedad, cuando se creía que el espejo podía abrir el alma al diablo.
Por supuesto, un espejo puede ser una molestia técnica, porque reflejará la luz de los reflectores en la audiencia . Pero la superstición del espejo parece que ha sido echada por tierra con la producción A Chorus Line, con 6.137 funciones, y su famosa escena del espejo.
Un ensayo general malo, augura un buen estreno .
Parece ser que esto se origina la vez que un director vio (la víspera del estreno) como sus actores fallaban durante el ensayo y la moral se venía al suelo. Para evitar eso, les dijo que -“como era bien sabido”- (¿?) cuando el ensayo general salía mal el estreno saldría bien. La lógica nos indica que cuando un ensayo general sale mal, el estreno también saldrá mal, pero la práctica me ha desengañado y he visto ensayos generales desastrosos convertirse en estrenos de mucho éxito.
Hay dos supersticiones que son bastante pintorescas:
Una se refiere a que si el primer espectador que ingresa a la sala lo hace con un “pase” la función será un fracaso económicamente, el primer espectador debe de entrar siempre pagando su boleto.
Y en cuanto al primer espectador, esta segunda creencia a más de “curiosa” es sexista. Era el 12 de septiembre del año 1866, y en el teatro Niblo Garden de Broadway en Nueva York se estrenaba lo que sería el primer musical de la historia teatral moderna “The Black Crook” cuyo autor era Charles M. Barras, minutos antes de abrir las puertas del teatro, el director William Wheatley vio con sorpresa que la primera persona en la fila, justo delante de la puerta de ingreso, boleto en mano; era ¡una mujer!
Corrió hacia ella y cogiéndola del brazo la sacó de la fila gritando: "¡No!, ¡No puede ser la primera, no puedo permitir que una mujer sea la primera en entrar, arruinaría el éxito de la obra!".
Lo que hasta ese momento fue un exabrupto de un tipo desesperado (hay que considerar que la obra nace de la unión de un productor teatral a punto de arruinarse y un elenco de danza francés que se había quedado sin trabajo en Nueva York y no tenían dinero para regresar, es más, ni para comer) a la postre se convirtió en un éxito de taquilla: 474 funciones y mas de un millón de dólares de ingresos, y eso que la obra duraba ¡cinco horas y media!



Una de las supersticiones más conocidas dentro de este mundo es la del color amarillo, ni el decorado ni los vestidos deberán lucir el color amarillo. Si se lo ponen en el estreno pueden hacer que la obra no salga bien, o que haya desgracias y hasta la muerte de quien lo lleve.
Toda esta superstición nada más y nada menos proviene de la última obra que realizó Jean Baptiste Poquelin mas conocido como Moliére, uno de los autores de teatro mas interpretados. Quien aparte de escribir obras conocidas como Tartufo, Don Juan, El avaro, y muchas otras, también las interpretó.
El día del estreno de su ultima obra, “El enfermo imaginario”, Moliére representaba este papel vestido con una especie de bata amarilla. Dicen que esta obra era un espejo de su vida, estaba representando un enfermo hipocondríaco, y el día del estreno cuando ya estaban por el cuarto acto, le dio un fatídico ataque de tos, debido a la enfermedad que padecía, (tuberculosis). Murió entre vómitos de sangre provocándole éstos la asfixia.
Desde el día del estreno de su obra póstuma exactamente el 17 de febrero de 1673, esta triste historia real ,hizo que la leyenda y la superchería se extendieran por los camerinos de todos los teatros del mundo, a los pocos meses el color amarillo desapareció de los escenarios, actualmente la verdad que ya este tipo de supersticiones a muchos de los actores actuales no les llama ni la atención, pero a muchos otros todo lo contrario, son muy supersticiosos, nunca consentirían el realizar una obra con este color y mucho menos el día del estreno.
Pues bien; parece ser (y esto es un hecho comprobado) que la bata que vestía Moliére el día de su muerte no era de color amarillo.
Y ya que hablamos de colores es menester mencionar a “La Sala Verde”
Se indica que siempre debe haber en el teatro un salón pintado de verde y que generalmente está tras el escenario donde se reúnen los actores, si esta “sala de espera” está de otro color, la producción fracasa.
¿Orígenes? No están muy claros, hay quienes lo atribuyen a que en una línea de la obra de Thomas Shadwell, Un verdadera Viuda montada en 1678, en el cuarto acto, el personaje menciona:

STANMORE.- No madame, Selfish se reunirá esta tarde en la sala verde que está detrás del escenario, lo sé de antemano…
Ahora bien, de verde también deben estar pintadas las salas donde se realizan los castings, sólo así se garantiza que uno saldrá favorecido con el papel.
¿Y por qué verde?
Nadie lo sabe, aunque hay varias teorías:

*Debido a que las obras originalmente tuvieron lugar al aire libre en la plaza del pueblo.
*La habitación estaba pintada de verde, ya que ejercía un efecto calmante para los ojos de los actores después de estar expuestos a la luz del escenario
*Allí era donde los arbustos y las plantas utilizados en el escenario se almacenaban, convirtiéndolo en un lugar cómodo y fresco.
* La habitación estaba cubierta con una alfombra verde como aislamiento acústico para que los actores pudieran practicar sus líneas.
*Otra teoría señala que los actores eran a menudo nerviosos y con náuseas y tenían una tez de color verde
*En los teatros griegos había una zona detrás de la skene donde los actores podían descansar a la sombra de árboles o viñedos después de actuar en la luz del sol brillante.
*Y la última, es la que hace referencia al maquillaje de los actores durante el Siglo De Oro del teatro, específicamente durante la época de Shakespeare, el mismo que demoraba en secar antes de salir a escena, por lo que si salían con el maquillaje aun “verde” cabía la posibilidad de que se formaran grietas y arrugas inconvenientes, por lo que la sala verde, ofrecía un lugar tranquilo y descansado para que los actores esperaran mientras se “curaba” el maquillaje que a poco de aplicarse, estaba aun verde.
Como se ve, uno puede escoger la que más le agrade, pero en general la única respuesta es: No se sabe.
Contra tanto peligro de infortunio, existen numerosas soluciones: espolvorear azúcar por camerinos y rincones del escenario; colocar hojas de ruda en la taquilla y ramitas de perejil en camerinos, junto a una imagen de San Pancracio (San Expedito); entrar al teatro, cada día, sobre todo la noche del estreno, pisando con el pie derecho y otras que ya no recuerdo.
La mayoría finge no creer en las supersticiones populares. Algunas de ellas no tienen fundamento pero, las del teatro, esas son todas ciertas porque el teatro es un mundo de ficción donde todo es verdadero.