En el camerino; ante el espejo.
Mudo, iluminado en su contorno.
Esperando que nos acerquemos a él para devolvernos nuestra imágen.
Esperando que nos acerquemos a él para devolvernos nuestra imágen.
Esa imágen de alguien que lo mira casi sin comprender que está pasando en ese momento.
Y ahí, ante el espejo, como el escritor ante el papel inmaculadamente blanco, nos ponemos a pensar en lo que se viene.
Él une mentalmente sus ideas, acomoda sus pensamientos, coge el lápiz y traza las primeras palabras. Nosotros miramos fijamente nuestra imagen.
Es el reflejo de un alma que tiembla ante lo que va a suceder en los próximos noventa o cien minutos.
Hay algo de ritual en ese accionar ante el espejo, y ese ritual implica una transformación
Dejamos de ser "nosotros" para ser
"ellos"
Ellos, quienes vivirán su vida propia.
Ellos, quienes nos usarán para resolver sus conflictos.
Ellos, los personajes que se adueñarán de nuestra alma.
Ellos, los que tienen muchas cosas que decir y nosotros permaneceremos sin poder decir palabra alguna, mudos.
Como presos dentro de un cuerpo que aún siendo nuestro no nos pertenece.
Ahora, sólo quedan los ultimos arreglos.
Revisar el vestuario.
Retocar el peinado.
Ajustar tal vez algunos accesorios.
Y esperar.
Revisar el vestuario.
Retocar el peinado.
Ajustar tal vez algunos accesorios.
Y esperar.
Todo está listo.Los tramoyistas se retiran de escena dejando el decorado puesto y ajustado.
Los traspuntes dan las últimas indicaciones.
Los compañeros experimentados aconsejan.
El bullicio va cediendo poco a poco a una calma que aumenta aun más la tensión reinante.
La escena vibra y pulsa como un organismo vivo.
Ahora todos.
Primeros actores y primeras actrices.
Secundarios.
Coristas.
Figurantes.
Todos van dejando de lado, poco a poco sus temores.
El tan temido "trac" va cediendo ante lo inevitable.
Primeros actores y primeras actrices.
Secundarios.
Coristas.
Figurantes.
Todos van dejando de lado, poco a poco sus temores.
El tan temido "trac" va cediendo ante lo inevitable.
Por último, las palabras que preceden al gran momento:
¡"Tercera llamada"!
Y los corazones que hasta hace unos segundos palpitaban acelerados, recobran su ritmo normal ante la última, definitiva y ansiada orden:
¡Abran el telón!