"Bueno, aquí estamos otra vez. Reunidos de nuevo en
primavera, 55 años después de nuestra reunión fundacional, para celebrar el Día
Mundial del Teatro.
Un solo día, 24 horas, que comienzan de la mano del teatro
NO y del Bunraku que pasan por la Ópera de Pekín y el Kathakali, brillando
entre Grecia y Escandinavia, de Esquilo a Ibsen, de Sófocles a Strinberg, entre
Inglaterra e Italia, de Sara Kane a Pirandello, y también Francia entre otros,
donde nos encontramos, y donde París es la ciudad del mundo que atrae a más
grupos de teatro internacional.
En esas 24 horas podemos ir de Francia a Rusia, de Racine y
Molière a Chejov, e incluso atravesar el Atlántico para acabar en un Campamento
californiano, tentando a jóvenes a reinventar, quizás, el teatro.
De hecho, el teatro renace cada día de sus cenizas. No es
sino una convención que hay que abolir incansablemente. Así es como sigue vivo.
El teatro tiene una vida abundante que desafía el espacio y el tiempo, y las
obras más contemporáneas se nutren de los siglos pasados, los repertorios más
clásicos se hacen modernos cada vez que son subidos de nuevo a escena.
El Día Mundial del Teatro no es pues, obviamente, un día
cualquiera de nuestras vidas que deba ser tomado de forma banal. Hace revivir
un inmenso espacio-tiempo y, para evocarlo, querría citar a un dramaturgo
francés tan genial como discreto, Jean Tardieu: Hablando del espacio, se
pregunta “cuál es el camino más largo para ir de un punto a otro”.
Sobre el tiempo, sugiere “medir, en décimas de segundo, el
tiempo que se tarda en pronunciar la palabra eternidad''. Sobre el
espacio-tiempo, también dice: “Antes de dormir, fija tu mente en dos puntos del
espacio, y calcula cuánto tiempo se tarda, en un sueño, en ir de uno a otro”.
Es la frase “en un sueño” la que siempre me da vueltas en la
cabeza. Pareciera que Jean Tardieu y Bob Wilson se hubieran encontrado.
También podemos resumir nuestro Día Mundial del Teatro,
citando las palabras de Samuel Beckett que hace decir a Winnie en su estilo
expeditivo: “¡Oh, qué hermoso día habrá sido!”
Al pensar en este Mensaje que tengo el honor de que me hayan
pedido que escriba, he recordado todos los sueños de estas escenas. Por eso
puedo decir que no he venido a esta sala de la UNESCO yo sola. Todos los
personajes que he interpretado en escena me acompañan. Personajes que
parecieron irse cuando caía el telón, pero que han cavado una vida subterránea
en mí, dispuestos a ayudar o destruir los personajes que les sucedieron. Fedra,
Araminte, Orlando, Hedda Gabbler, Medea, Merteuil, Blanche Dubois...
Me acompañan también todos los personajes que he adorado y
aplaudido como espectadora. Y por eso es por lo que pertenezco al mundo. Soy
griega, africana, siria, veneciana, rusa, brasileña, persa, romana, japonesa,
marsellesa, neoyorkina, filipina, argentina, noruega, coreana, alemana,
austriaca, inglesa, realmente del mundo entero. Esa es la auténtica
globalización.
En 1964, con ocasión de este Día Mundial del Teatro,
Laurence Olivier anunció que, tras más de un siglo de lucha, por fin se acababa
de crear en Inglaterra un teatro nacional que él quiso transformar
inmediatamente en un teatro internacional, al menos por su repertorio. El tenía
muy claro que Shakespeare pertenecía al mundo.
Me ha encantado saber que el primer Mensaje de estos Días
Mundiales del Teatro, en 1962, se le confió a Jean Cocteau, por ser autor del
libro “La vuelta al mundo en 80 días otra vez”. Yo he dado la vuelta al mundo
de forma diferente. La he dado en 80 espectáculos u 80 películas. Incluyo aquí
películas en las que no distingo entre hacer teatro o cine, que sorprende cada
vez que lo digo pero es cierto, es como es. Ninguna diferencia.
Al hablar aquí no soy yo. No soy una actriz. Soy solo uno de
esos incontables personajes gracias a los cuales el teatro sigue existiendo. Es
un poco nuestro deber. Y nuestra necesidad. Cómo expresarlo... Nosotros no
hacemos que el teatro exista. Es gracias al teatro que nosotros existimos.
El teatro es muy fuerte, resiste, sobrevive a todo, a las
guerras, a las censuras, a la falta de dinero. Es suficiente con decir “la
escena es un escenario vacío de un tiempo indeterminado” y hacer entrar a un
actor. O una actriz. ¿Qué va a hacer? ¿Qué va a decir? ¿Van a hablar?
El público espera, se va a saber, ese público sin el que no
existe el teatro, no lo olvidemos nunca. Una sola persona de público, es
público. ¡Esperemos que no haya muchas sillas vacías! Salvo en la obra de
Ionesco. Al final la Vieja
dice: “Sí, sí, muramos en plena gloria... Muramos para entrar en la leyenda...
Al menos tendremos nuestra calle”.
El Día Mundial del Teatro existe desde hace ahora 55 años.
En 55 años soy la octava mujer a la que se le pide pronunciar un mensaje,
bueno, no sé si la palabra 'mensaje' es la adecuada. Mis predecesores (¡se
impone el masculino!) hablaron del teatro de la imaginación, de libertad, del
origen, evocaron la multiculturalidad, la belleza, las preguntas sin
respuestas... En 2013, hace tan solo 4 años, Darío Fo dijo: “la única solución
a la crisis, reside en la esperanza de una gran caza de brujas contra nosotros,
especialmente contra los jóvenes que quieren aprender el arte del teatro: así
surgirá una nueva diáspora de comediantes, que hará surgir de estas
limitaciones unos beneficios inimaginables para una nueva representación”.
Beneficios inimaginables es una fórmula digna de aparecer en un programa
político, ¿no?
Como estoy en París poco antes de unas elecciones
presidenciales, sugeriría a aquellos que pretenden gobernarnos, que estén
atentos a los beneficios inimaginables aportados por el teatro. Y por supuesto,
¡nada de caza de brujas!
El teatro para mí es el otro, el diálogo, la ausencia de
odio. La amistad entre los pueblos. No sé ahora mismo qué significa
exactamente, pero creo en la comunidad, en la amistad de los espectadores y los
actores, en la unión de todos a los que reúne el teatro, los que lo escriben,
los que lo traducen, los que lo explican, los que lo visten, los que lo
decoran, los que lo interpretan, incluso, los que van. El teatro nos protege,
nos acoge... Creo de veras que nos ama... tanto como le amamos.
Recuerdo a un viejo director de la vieja escuela, que antes
de que se levantara el telón, entre bambalinas, decía cada noche con voz firme:
“¡Paso al teatro!”
Estas serán mis últimas palabras. Gracias".
Isabelle Anne Madeleine Huppert, conocida como Isabelle Huppert (n.París, Francia; 16 de marzo de 1953) es una actriz francesa. Es ampliamente considerada una de las intérpretes más finas y prolíficas del cine europeo, quien ha aparecido en más de 100 películas y producciones televisivas desde su debut en 1971. Ha desarrollado gran parte de su carrera en Francia y es considerada como una de las mejores y más respetadas actrices del mundo.
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