La sociedad actual
teoriza constantemente sobre lo que es bueno o no para cada uno, que cosas
hacen que mejore la calidad de vida, que terapias son las más apropiadas para
ser el “ser social” perfecto.
Esto ha aumentado las opciones de ocio a las que
acudir en nuestro tiempo libre y se ha producido un germinar de actividades que
practicar para sentirse mejor con uno mismo.
El teatro es una de esas
opciones completas para poder alejar de la mente el estrés laboral (e incluso
familiar) y centrarse en uno mismo y en el desarrollo de habilidades
que probablemente nos son desconocidas. No hablamos de acudir al teatro
como público, sino el ser parte del mundo teatral.
En una clase de teatro
se trabajan aspectos como la expresión corporal, técnicas de voz,
improvisación, análisis de texto, puesta en escena y sobre todo, desarrollar el
imaginario de una manera que solo los niños suelen hacer. Volver jugar con
nuestro entorno y con gente con la que se arriesga a salir de su zona de
confort para tirarse a la piscina y experimentar.
¿Qué va a aportarnos
todo eso en nuestro día a día?
- Vencer la timidez: Ser objeto de todas las miradas al subir al escenario hace que aquellos que quieran vencer su timidez (ya sea por necesidades personal o laboral) encuentren en el teatro una actividad perfecta para ir, poco a poco, acostumbrándose a ser observados.
- Mejora de las habilidades psicomotrices: En los ejercicios de expresión corporal se potencia el uso del cuerpo como herramienta de trabajo, el conocimiento y exploración de movimientos poco habituales. Esto hace del teatro una actividad dinámica y física, ideal para hacer frente a los males del sedentarismo.
- Hablar en público:
A pesar de no tener esa timidez de la que hablábamos en el punto primero,
los ejercicios de dicción y vocalización son muy útiles para aquellos que
necesiten hablar en público. Se trata de recursos con los que preparar en
casa ponencias y otras intervenciones, mejorando la dicción y la
entonación, reforzando así el mensaje del discurso.
- Mejora en las
relaciones sociales: Superar el miedo al conflicto y al contacto físico y
crear vínculos con los compañeros, ayuda a reforzar las habilidades a la
hora de conocer gente.
- Refuerza la
autoestima: La superación en cada clase y la repetición de ejercicios y
dinámicas en las que el alumno se da cuenta de su mejoría, proporciona
seguridad.
- Eliminación de
tabúes: Interpretar cada día a personajes diferentes nos acerca a
situaciones que nunca habríamos imaginado, haciéndonos sentir en la piel
del otro y defendiendo actitudes que probablemente nunca nos habíamos
planteado.
- Volver a jugar: el
desarrollo del imaginario teatral y la evasión de la rutina diaria nos
trasporta a mundos nuevos e inexplorados, y proporciona herramientas para
llevar el día a día de forma amena y divertida. Si además tenéis peques en
casa, os abrirá un abanico de posibilidades para jugar con ellos
- Liberación: El
teatro contribuye a la eliminación de barreras personales y utilización de
un espacio para poder ser libre, y dejar de lado las estructuras marcadas
por la sociedad.
- Conocimiento y
aceptación personal: El teatro implica “desnudarse” emocionalmente en cada
clase, ya sea haciendo drama o comedia, aceptándose a uno mismo, ya que
las herramientas con las que se trabajan son el cuerpo y la voz en espado
puro.
- Hemos dejado para
el final el motivo más importante: La magia, la diversión, la alegría…
desde la carcajada o desde el llanto, el teatro es unión y es pasión.
Hacer teatro significa
imaginar, soñar, probar… pero para aquellos que no les guste la idea del
escenario, pueden seguir siendo espectadores.
Fuente: Naturarla
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