BATACLANA

A raíz del artículo “Artistas, Calatistas y otras istas”, hubo amigos que me preguntaron el por qué no usé la palabra “bataclana” (tal como se menciona con mucha frecuencia en los programas y columnas de espectáculos) en lugar de “calatista”, que no figura en el diccionario de la Real Academia Española.
Claro, como tal no figura, pero es un sufijo de la palabra “calato (ta)” que es un término propio de Perú y Bolivia y significa: desnudo, y lo hice por darle un sabor más coloquial al asunto.
Ante tal derroche de crítica lingüística a mi modesto artículo, retruqué solicitándoles que me indicaran –si acaso lo sabían- el significado de dicha palabreja.
Y me di con la sorpresa, que la totalidad de ellos, desconocían el origen del término.
Pero yo sí lo conozco, y como no me parece de buen tono guardarme dicho conocimiento es por eso que hoy lo comparto con todos mis lectores.
¿De donde nace el término “bataclana”?

El Bataclan es una sala de espectáculos de París, y su nombre hace referencia a Ba-Ta-Clan, el nombre de una opereta de Jacques Offenbach, si el mismo autor del célebre baile “can can” que forma parte de su ópera cómica “Orfeo en los infiernos”

El Bataclan fue construido por el arquitecto Charles Duval en 1864 con la forma de una pagoda china (en relación con la obra de Offenbach,), en lo que por aquel entonces eran los límites de la ciudad. En sus orígenes fue un gran café-teatro, con el café y el teatro en la planta baja y un gran salón de baile en la primera planta. En él se representaban los vodeviles y se daban conciertos.
Posteriormente, la sala pasó por diferentes etapas, paralelamente recobrando su esplendor en 1910, gracias a la restauración de la sala y a una programación consagrada a las revistas de José de Bérys (Maurice Chevalier obtuvo aquí sus primeros éxitos).
Y tan famoso se hizo que hasta se vendían juegos de puntería inspirados en dicho cabaret.

Así, impulsada por estos éxitos, la compañía del Bataclan se embarcó en una gran gira por Sudamérica que devino en un fracaso financiero total.
En 1932, la sala fue transformada en cine. En 1950 se produjo una pérdida parcial del edificio original, durante la adaptación a las nuevas normas de seguridad, y en 1969 la sala retomó su antigua condición y se convirtió nuevamente en sala de espectáculos.
En la actualidad, el Bataclan ha recuperado los colores originales que había perdido años atrás, aunque no así su antiguo techo de pagoda.

Pues bien, en los espectáculos, las coristas vestían con escasa ropa y se las relacionaba con una vida disipada, lo que provocó que a las mujeres de vida liviana, se las llamara despectivamente “bataclanas”


Las Bataclanas llegaron a España en los años 20 procedentes de Paris de dicho teatro que hacía una tournée. Llevaban números muy avanzados para la época, entre ellos el dúo pseudo lésbico que protagonizaban Marcelle Montaigne y Diane Lafourcade, dos conocidas vedettes del Bataclán, por eso cuando dos mujeres eran lesbianas se las llamaba bataclanas. Y aclaro, las fotos siguientes no pertenecen a las mencionadas.

























Para ilustrar un poco más el artículo incluyo fotos de algunas bataclanas a traves del siglo XX

Bataclana de los años 1910

Bataclana de los años 1920 - 1930


Bataclana de los años 50


En América, la palabra bataclana aparece en 1922, tras la llegada a Buenos Aires de la compañía teatral parisina Bataclan, y -con la fama que se manejaban sus coristas- la cultura popular le adjudicó un significado peyorativo.
Y estos son algunos de dichos significados según el país:

Argentina:
Prostituta avejentada. Mujer que sale demasiado arreglada a la calle, generalmente aparentando más juventud que la real.

Chile:
Mujer de poca respetabilidad social y moral. Prostituta de baja categoría que no necesariamente recibe un pago en dinero.
Mujer, descuidada en su presentación personal, en su forma de hablar y en la manera de comportarse en público.
Mujer sin importancia en su entorno social.

Colombia:
Prostituta barata de barrio

Perú:
Mujer fácil, divertida, coqueta.
Una mujer que usa escasas prendas de vestir, canta, baila y coquetea.


Perú y específicamente Lima, también tuvo sus bataclanas famosas en la década del 1950 con Betty Di Roma, Mara "La Salvaje" y Anacaona.
Era la época de oro de las compañías Bim Bam Bum y Cha cha cha, y de las boites Embassy en la plaza San Martin y Pigalle en Lince.
Betty Di Roma

Sin embargo, y a diferencia de otros países, nosotros le damos la acepción más exacta al término, tal como se les daba en el París de nuestros abuelos, y aunque a muchas les incomode, una corista que baila y canta con poca ropa es una BATACLANA.

Bataclanas 2010

Lo que hagan en su vida privada no es asunto nuestro.

ENRIQUE RÁEZ, EL ARTISTA IGNORADO

Nueve de la noche de un viernes cualquiera, de un mes cualquiera del año 1972, (pienso que eso no tiene mucha importancia) salíamos de un ensayo y estábamos con pocas ganas de ir a casa.
Nos quedamos en la esquina del salón de ensayos conversando un poco, uno de nosotros tenía una guitarra y otro una mandolina donde a fuerza de pellizcones trataba de arrancarle algunas melodías al desvencijado instrumento.
Directo hacia nosotros, enfundado en un saco gris, se acercó un joven. Pero su intención no era entablar un diálogo con nosotros, fue directo hacia el instrumento y se lo pidió prestado a su asombrado dueño.
Lo que siguió aun lo recuerdo después de casi cuarenta años: las notas del Tico Tico no fubá, aquella melodía brasilera de Zequinha de Abreu, que siguen resonando en mis oídos.
Luego vendría El pájaro campana de Ampelio Villalba (aunque muchos creen que es de autor anónimo) y en una vorágine musical, valses, boleros y tantas canciones más.
Total, casi las doce y media de la noche y nadie tenía la menos intención de retirarse.
Pero, ¿Quién era ese joven de frescos 25 años que tan prodigiosamente sabía tocar la mandolina y la guitarra?

Enrique Ernesto Ráez Mendiola, amigo entrañable quien hoy, 12 de octubre, cumple cinco años de su partida de entre nosotros a deleitar con su música en otras dimensiones, más elevadas que la nuestra, mortal y miserable


Enrique, Quique como lo llamábamos nosotros, era un artista casi total: compositor, interprete, actor, músico, poeta, dramaturgo, era uno de esos trovadores a quienes los peruanos nos empeñamos por ignorar tan sólo porque les interesa solo el arte y no el marqueteo sumiso a los medios y vendido a los escándalos que dan rating.

Hay mucho que decir de Quique, pero pocas palabras para decirlo, es que su talento era tan grande y tan fino, que es de los que dejan una huella muy profunda en quienes lo conocen.


¿Sabes a que me refiero verdad Quique?

Estoy hablando de ti, y siento que te estás incomodando, porque tú eras auténticamente modesto, quizá por eso no se te reconoció como debía.
¿Te acuerdas de los ensayos en mi casa para montar Ensayo General o El Comprometido, obra para la cual compusiste el tema principal que era una feroz crítica a los políticos vendidos (o tránsfugas) como se les llama ahora, casi cuatro décadas después?
¿Te acuerdas de ese esfuerzo por difundir muestra música llamado Runa Simi en el cual tú tocabas la mandolina y el charango y yo te acompañaba con la percusión, junto a Manuel en la quena y Omar en la guitarra?


Y ¿te acuerdas de esas largas noches haciendo música hasta la madrugada enfundados tú en tu eterno saco gris y yo en mi poncho tratando de mitigar el húmedo frío invernal de Lima?
Sé que te acuerdas de todo eso, yo no lo voy a olvidar nunca.
Como olvidar tu compromiso político que te hacía sostener largas discusiones con el líder sindical del Sutep, Horacio Zevallos, tu amigo del alma (¡Si hasta le pusiste Horacio a tu hijo!) y tus presentaciones gratuitas en las fábricas y locales sindicales para elevarles el nivel cultural a costa de tu esfuerzo y con la mirada torcida de los empleadores que veían en ti a un agitador.
No Quique, no puedo olvidar la dulzura de “Juana”, la historia de aquella jovencita que llegó a Lima ilusionada y se estrelló de cara con nuestra agresiva realidad.
Aun hoy cuando la canto, se me parte el alma como la primera vez que la oí en mi casa, en un estreno exclusivo para mí.
Quique, el actor, que frecuentaba Histrión y se conformaba con papeles sin mucha notoriedad, porque decía que no hay papel pequeño.
(Yo también así lo creo, lo que hay son actores pequeños).
Quique, el dramaturgo que escribía acidas piezas donde retrataba a nuestra gente tal como es, sin estereotipos ni falsedades.
Quique, el trovador que le cantaba a la vida, a la amistad, a la solidaridad, al amor.
Quique, el amigo juguetón y bromista, el eternamente enamorado de la vida.
Debes estar echando chispas por todo este panegírico, pero ¡que caray! Te lo mereces y punto.
Sin embargo, es una lástima que por esa modestia tan propia en ti, pocos te conozcan, pocos sepan lo gran compositor que fuiste, buen actor, excelente músico, pero por sobre todas esas cualidades; una magnífica persona y un verdadero amigo.

12 de Junio de 1947 - 12 de Octubre de 2005