UN MODESTO HOMENAJE

Hoy abrí el periódico y encontré esta noticia:

Lima, may. 12 (ANDINA). Un obrero de construcción civil murió decapitado esta mañana luego que una pesada pared de concreto cayera sobre él mientras laboraba en la ampliación de una vivienda residencial en la urbanización Las Casuarinas (Alta), en Surco, se informó hoy.
La víctima fue identificada como Daniel Nación Bustamante, de 33 años de edad, quien encontró la muerte al promediar las 08.30 horas, poco después de iniciar su faena de trabajo en la referida edificación, ubicada en la calle Los Molles 165, Surco, según informó RPP.
En tanto, personal de Criminalística de la Policía Nacional del Perú (PNP) llegó al lugar para efectuar las pesquisas que permitan esclarecer los detalles del trágico hecho.

Hasta ahí no había nada fuera de lo común, se repetía la historia de siempre, informalidad en la contratación, negligencia del obrero al no usar implementos de seguridad o percatarse antes como se estaba desarrollando el trabajo, irresponsabilidad del dueño de la obra al no dotar de las seguridades del caso a su personal, en fin, todo ese conjunto de omisiones a veces tontas que siempre terminan en tragedia.
¿Por qué entonces pongo esta nota en un blog dedicado al teatro?
Porque al encender la televisión, veo la misma noticia -de la muerte del obrero- pero ampliada, y me entero de algunos detalles que la hacen importante para este lugar:
Su madre tiene un negocio de pasteles en Comas, el jóven vivía solo en la casa de su abuela fallecida, por lo tanto no aportaba al sostenimiento familiar, además era soltero, ¿Y su dinero, en que lo invertía?
En hacer teatro.
Era su pasión, actuaba, dirigía, solventaba un grupo de teatro, realizaba la escenografía, el vestuario, etc. todo con su dinero, ese dinero que recibía trabajando como obrero de construcción, uno de los trabajos más agotadores que hay y peor aún en un clima cálido como el de Lima por estos días.
Sudaba la gota gorda -literalmente- para hacer teatro.
Cuando vi en el noticiero las fotografías de sus actividad teatral, las escenografías realizadas por él, en fin todo lo relacionado al teatro que era su vida, me dio una profunda pena que eso hubiera sido su muerte tambien.
Porque trabajó para hacer teatro, no le importaba salir de su casa a las cinco de la mañana y regresar molido a ensayar o preparar lo necesario para un montaje, y pensé lo incomprendido que debe de haberse sentido en muchas oportunidades, y en la ausencia de homenajes que estos héroes del teatro se merecen.
Y viene a colación el mensaje que envió Alonso Alegría por el Día Mundial del Teatro este año y cuyo fragmento transcribo:

"Tu sueño es vivir tu vida sobre el escenario, o muy cerca de él. Es posible que lo logres, y quizás para siempre te ganes la vida, o parte de ella, como dramaturgo, actor, director, escenógrafo, iluminador, utilero, telonero, productor, o cualquier otro de los bellos oficios que reciben o escuchan en vivo el aplauso del público terminada la función. Si el Teatro te permite pagar las cuentas y escuchar aplausos, serás feliz por lo menos cinco noches por semana -y no mucha gente, te lo aseguro, tiene la felicidad garantizada cinco noches por semana. Pero si tú--
'¿Y qué me pasa si el teatro me aloca pero no puedo estar ni cerca de un escenario' -me interrumpes--'porque tengo que ganarme la vida en otra cosa?' Pues si llevas el bichito y eres un gran contador, podrás ser feliz contando el dinero de un teatro. Y si te vuelves el más famoso arquitecto, pues podrás ser feliz diseñando teatros. Y si terminas de cocinero estrella, serás feliz manejando las cafeterías de los teatros del Mundo. Si encuentras una mina de oro, crearás una compañía de teatro para que su director te adjudique, de cuando en cuando, un pequeño papel, porque sólo entonces ese bichito te dejará gozar tranquilo de tu nueva fortuna. Y si la Vida te propina el revolcón contrario y de pronto te encuentras de vendedor ambulante -esas cosas pasan, créeme-- pues a la entrada de un teatro venderás los títeres que tú mismo fabriques. Escucharás, desde lejos, muchos aplausos ajenos, pero igual te harán feliz porque ¿sabes? esos aplausos serán también para ti, por ser un teatrero que vende títeres cerca de un escenario. Y tu suerte cambiará pronto. Ese bichito que llevamos dentro nos protege y alienta cuando le somos fieles".
"Dedícate al Teatro, entonces. Sin miedo. Te gusta, y no tienes más remedio, porque el bichito te ha picado..."  "... Porque una persona con el bichito del Teatro dentro, no puede hacer nada más que Teatro para sentirse verdadera y totalmente feliz. Toda, todita su vida."

Estoy seguro que Daniel en estos momentos está feliz.
Feliz por haber dado su vida trabajando para hacer teatro, y no le importa que los diarios lo mencionen por su trágica muerte y no por su trabajo teatral, en el fondo a quienes tenemos "el bichito dentro" como dice Alonso eso nos tiene sin cuidado, hacemos teatro porque nos gusta, y si hay reconocimientos oficiales, bienvenidos sean, pero el verdadero reconocimiento viene del espectador, su aplauso, la sonrisa de gratitud que nos brinda al terminar la función y encararlo para el saludo final, es el premio mas preciado que uno puede recibir. 
Hay monumentos al soldado desconocido, al bombero héroe, al policía patriota, pero hasta hoy nadie se ha preocupado en hacerle un monumento al actor anónimo, aquel a quien sólo le interesa darle al público todo su esfuerzo y su arte para que sea -siquiera el tiempo que dure la representación- más feliz.
¿Quién se anima a hacerlo?

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