NOTAS DE MEYERHOLD

Las siguientes son algunas anotaciones de Vsévolod Emílievich Meyerhold, director teatral, actor y teórico ruso, nacido en 1874 y fallecido en 1940 y que son dignas de tener en cuenta por actores y directores.

  • “Me gusta Oscar Wilde, pero no puedo soportar a las personas para quienes Oscar Wilde es el escritor predilecto.” 
  • “A los críticos les encantaría que la maduración del artista se produjera en una especie de laboratorio con las cortinas echadas y las puertas cerradas. Pero nosotros crecemos, maduramos, buscamos, nos equivocamos y encontramos ante los ojos de todos y en una colaboración con el espectador. A los jefes militares les enseña también la sangre derramada en los campos de batalla. Además. ¿Qué es una equivocación? De la equivocación de hoy nace, en ocasiones, el acierto de mañana.” 
  • “Cuando ven ustedes en otoño un árbol que pierde sus hojas, les parece que se muere. Pero no muere, sino que se prepara para su renovación, para su florecimiento futuro. No hay árbol que florezca todo el año ni artista que no atraviese momentos de crisis, de decaimiento, de dudas. Pero, ¿qué dirían ustedes de un jardinero que quisiera talar en otoño los árboles que pierden las hojas? Entonces, ¿no se puede tratar a los artistas con la misma paciencia y el mismo cariño con que tratamos los árboles?” 
  • “Yo he sido un actor de amplio diapasón: he interpretado papeles cómicos y papeles trágicos y casi papeles femeninos. He estudiado música y coreografía. Además, he estudiado derecho, he colaborado en periódicos y he hecho traducciones. Me tengo por literato y pedagogo. Pues bien, todo eso me ha servido para dar clases de dirección de escena. Y, si hubiera tenido alguna otra especialidad, también me habría servido. El director de escena debe saber mucho. Existe la expresión “especialidad escrita”. Pues bien, la dirección de escena es la especialidad más vasta del mundo.” 
  • “El director de escena debe saber comprender bien la obra que monta. Pero no basta con eso. Hace falta saber edificar en su propia imaginación lo que yo llamo el “Segundo piso de la obra”. Por muchas vueltas que se le dé, una obra no es más que un material para el teatro. Sin modificar una sola letra, soy capaz de dar a una obra una interpretación opuesta al sentido del autor solamente con detalles de la puesta en escena y del juego de los actores. Por eso, la lucha por conservar y encarnar el pensamiento del autor no es una lucha por las palabras de la obra.”
  • “Me parece de lo más ingenuo el debate que todavía se sostiene en las páginas de las revistas teatrales para dilucidar si el director de escena es el que lleva la voz cantante en la creación de un espectáculo o es el dramaturgo. A mi entender, lo principal es la idea pertenezca a quien pertenezca. De los dos miembros del biunvirato (autor-director de escena) “Lleva la voz cantante” en este caso aquél cuyo pensamiento es más enjundioso, más activo, más agudo. Respecto a Faiko y quizás a Erdman, yo era el que “llevaba la voz cantante”, pero, respecto a Maiakovski, digámoslo honradamente, la cosa era distinta. Y yo no veo aquí, ni en el primero ni en el segundo caso, nada ofensivo para el dramaturgo ni para el director de escena.” 
  • “Estoy persuadido de que el actor que adopta un plano físico acertado pronuncia el texto con acierto. Pero la elección de un plano también es un acto consciente, un acto de pensamiento creador. Puede haber planos erróneos aproximativos, cercanos, casi acertados, fortuitos, exactos, etc. La gama para elegir es enorme. Pero lo mismo que el escritor busca la palabra exacta, también yo busco el plano más exacto.” 
  • “Mis queridas asociaciones. Procuren sugerir las asociaciones de ideas. Trabajen con ellas. En el teatro, yo no hago todavía más que aproximarme a la comprensión de la enorme fuerza que tienen las asociaciones de imágenes. Aquí hay un tesoro infinito de posibilidades. Mientras está escuchando “La dama de Espadas”( Puchkin), recuerda usted de pronto un episodio de Stendhal o incluso no lo recuerda siquiera, sino que pasa un instante por su imaginación como vago recuerdo. Guerman y los personajes de Stendhal son una asociación acertada. Las asociaciones acertadas dan vigor al espectáculo, multiplican incalculablemente su fuerza de acción, mientras que las asociaciones equivocadas las destruyen. En un espectáculo puede suceder que todo se atenga a la obra al pié de la letra – las pelucas están bien puestas, las narices pagadas, el texto se pronuncia con exactitud- y que, sin embargo, las asociaciones de ideas que acudan a la mente del espectador sean ajenas al pensamiento del autor y al espíritu de la obra. La única manera de leer a los clásicos es no tomarlos por aislados, sino juntos, conforme están en el anaquel de la biblioteca. Puchkin podía no conocer a Stendhal y parece que Byron, aún conociéndolo bien personalmente, no se imaginaba qué clase de escritor era Stendhal. Para el hombre contemporáneo, sin embargo, Guerman, los personajes de la prosa de Lermontov, los personajes de Stendhal, los personajes de Byron, están en la misma fila y, por asociación, acuden todos ellos al recuerdo si no atajamos nosotros mismos esas asociaciones. Aprovechando esas asociaciones, podemos no acabar de decir las cosas para que acabe de decirlas al espectador.” 
  • “Me permito decirles, colegas y discípulos míos, que la tesis del teatro del director de escena es un completo absurdo al que no se debe dar crédito. No hay director de escena - si verdaderamente lo es que coloque su arte por encima de los intereses del actor como figura principal del teatro. La maestría de la dirección, el arte de estructurar las puestas en escena, la sucesión de la luz y la música se deben poner al servicio de magníficos actores de alta calificación.” 
  • “La sencillez es lo más precioso en el arte. Pero cada artista tiene su idea propia de la sencillez. Existe la sencillez de Puschkin y existe la sencillez del primitivo. No existe una sencillez asequible y comprensible para todos, como tampoco existe en el arte la “dorada medianía”. El artista debe procurar alcanzar su sencillez propia, que no se parezca en absoluto a la sencillez de su compañero; la suprema sencillez del arte es una cosa a la que se llega y no de la que se parte. Es una cumbre y no un fundamento.” 
  • “Los críticos han hecho pocas veces blanco en mí. Y no es porque fueran pocos los cazadores que disparaban, sino porque yo soy un objetivo que se mueve demasiado de prisa.” 
  • “Quien no ha dado todo al arte, no le ha dado nada.” 
  • “Los más hermoso del arte es que, en cada nueva etapa, vuelve uno a sentirse discípulo.”

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