Meses atrás presenté algunos
conceptos básicos para escribir un texto teatral y que el resultado fuese lo
más optimo posible.
Posteriormente abordé el tema de
las “adaptaciones”, es decir, transformar una narración en un texto dramatizable.
Hoy presento un trabajito que
omití en esas dos veces: Cómo escribir teatro para niños.
A simple vista eso pareciera muy
fácil, a fin de cuentas sería llevar a
escena cualquiera de los textos narrativos existentes, en pocas palabras,
extraer los diálogos que ya están en las narraciones y… tenemos la obra teatral
lista para ser montada.
Pero no vayamos tan rápido. Hay
varios puntos muy importantes que considerar antes de enfrentarnos al papel en
blanco tomando como base los cuentos infantiles clásicos.
Los cuentos tradicionales –aparte
de ser archi conocidos- tienen sus puntos negativos tal como lo explica el
maestro Ernesto Ráez en su libro “Juegos
dramáticos para educación inicial y básica regular” y que resumo a
continuación:
“Sin pretender agotar el conjunto de características propias de la variada
literatura para niños, hemos sistematizado como ismos negativos de los cuentos
para niños, los contenidos que a continuación se exponen, así como también
nuestro punto de vista de cómo deben ser tratados o adecuados.
El terrorismo.- Los cuentos para niños están llenos de
actos crueles, de terror, de miedo, de seres fantasmagóricos, brujas, ogros,
dragones, demonios, de crímenes, de castigos sangrientos. Este cuadro refuerza
los temores atávicos al maligno, a lo oscuro y refuerza las normas de una
educación represiva en base al miedo al padre, al cuco, al policía, al doctor y
a la maestra. Por eso creemos que los personajes malvados deben presentarse
ridículamente, que se les vea débiles. Explotemos el temor al ridículo y
demostremos que el mal no es todopoderoso sino débil en su entraña. Que el niño
sienta que son seres que pueden ser vencidos, porque pueden caer en sus propias
trampas, que comprendan que la debilidad de los buenos está en que no saben
cuan fuertes pueden llegar a ser.
El catequismo.- Muchos cuentos escamotean los valores por
detenerse en demasía en los consejos morales o apuntar obviamente a la
moraleja. La trampa del sermón moralista es tediosa y rápidamente reconocible
por los niños y esto los aburre. Al respecto, las narraciones deben incidir en
experiencias vitales, no decir que alguien es bueno o malo sino mencionar el
porqué. Es más eficiente decir que “el rey comía doce pasteles en un santiamén”
que “el rey era un glotón”
El ilusionismo.- En muchos cuentos se altera o deforman las
situaciones concretas de la realidad y se brindan ilusiones, relaciones, falsas
que no permiten apreciar el mundo ya que no se integran a la realidad. El
ilusionismo no tiene nada que ver con la Fantasía i la Imaginación que son
totalmente validas en los cuentos para niños. Como menciona Dobbelaere a
propósito de un cuento de Grimm, el niño acepta que alguien arranque varios arbolitos
de raíz, pero no que pueda con uno de ellos atarlos. Los príncipes azules que
se casan con aldeanitas ya no deben estar presentes en las narraciones
actuales, no fueron ni son reflejo autentico de la realidad.
El mesianismo.- En gran parte de los cuentos para niños,
la salvación viene “de arriba”- siempre es el hada madrina, o el gnomo mágico
los que ayudan al héroe a conquistar lo que buscan. Los personajes esforzados e
ingeniosos son positivos, debe mostrarse
al niño que el valor humano de no cejar en el empeño de lograr algo, es el único
camino para que el hombre conquiste su sueño.
El individualismo.- Este es una variante del mesianismo.
Esperar al superdotado que nos dé “una manito”, al héroe todopoderoso que nos
ayude. Pensamos que la solidaridad es el valor que debe destacarse en los
cuentos, porque la unión hace la fuerza es el mensaje que debe mantenerse en
los cuentos para niños. Otro aspecto muy ligado al individualismo es el
machismo. Los cuentos perennizan la imagen pasiva de la mujer bella y hacendosa
que espera ala salvación del hombre que todo lo puede, que la salva, que lucha
por ella y al cual ella debe amor y obediencia. Este aspecto deberá tratarse
valorando el carácter complementario de la pareja humana.
El consumismo.- Aquí nos referimos a la característica de que en los cuentos siempre se trata de
obtener vestidos, joyas, honores, riquezas mil para alcanzar el éxito en la
vida. La formula “fue rico y feliz” es explícita de esta forma de valorar el
éxito en la vida, se excluyen los
valores del trabajo y del pensamiento que son precisamente los que deben destacarse.
El extranjerismo.- Los países exóticos y lejanos refuerzan
la creencia absurda de que la felicidad hay que salir a buscarla dejos de
nuestro país. Propiciemos que el niño aprenda a solucionar sus problemas más
urgentes con los recursos que le brinda el medio, sin pensar que de países
lejanos pueden llegarle la gran solución
o que deba ir a esos países para encontrarla.
El pasadismo.- La mayoría de cuentos describen mundos
pasados, ordenamientos pasados, forma de vida pasadas. Repárese en la facilidad
con que el príncipe sale a caballo y se encuentra al poco rato en un país
vecino, lo cual era válido cuando se iba de feudo en feudo, y no queremos
exagerar la nota, diciendo que el rey debe excluirse, porque está comprobado
que los niños se dan cuenta que el rey es el gobernante de la ciudad (en
nuestro país tenemos presidente) pero siempre es deseable que los cuentos se
ambienten en nuestra patria.
Hemos tomado nota entonces de
esos pequeños grandes detalles que hemos omitido –a fuerza de repetirlos de
generación en generación- que hacen que los cuentos clásicos o las formas en
que se desarrollan no sea lo más adecuado como modelo a la hora de escribir.
Entonces ya estamos otra vez
frente al papel en blanco. ¿Empezamos?
Todavía no.
Veamos primero a qué público va
dirigido el texto que queremos empezar, considerando la edad del espectador para que sea fácilmente
comprensible y asimilable. Hay que tener bastante cuidado con este aspecto y
elegir tramas que sean adecuadas a las edades de los niños. Normalmente se
divide de acuerdo al nivel escolar: Inicial, primaria y secundaria, la misma que podemos a su vez
subdividir en alumnos de primero a tercero y de cuarto y quinto; claro alguien
me objetará que alumnos de quinto grado de secundaria ya no son niños, es
cierto, pero tampoco son adultos y hay temas que deben ser tratados con pinzas.
Para los primeros años, lo más
indicado son las historias que traten temas cotidianos, aunque muchas veces ya
los padres los han “iniciado” en las fábulas o cuentos con animales
humanizados, es mejor presentar los hechos de la vida familiar, para ellos eso
es muy importante y les gusta recordarlos.
En la primaria, eso es desde los
seis hasta los once años, las fábulas son una buena opción, así como temas en
los que la humanización de animales,
plantas u objetos permiten presentar de una manera fácilmente asimilable
diversos conceptos, valores y situaciones que les darán la experiencia para
afrontar problemas conforme vayan creciendo.
Para los mayores de once años,
los temas deben girar en torno a la diferencia de preferencias entre niños y
niñas. Los varones se inclinarán por los temas épicos, farsas y las chicas todavía mantendrán preferencias
por temas románticos, aunque a ambos sexos les interesarán los temas que se relacionen
con ellos directamente, es decir temas de adolescentes pero presentados ya no
de la manera tan simple como lo fue para los más pequeños, sino con elementos
más –dijéramos- profesionales.
Teniendo estos pormenores
aclarados, nos hacemos la pregunta indicada en el artículo anterior: ¿Qué
pasaría si…?
Y desarrollamos un esbozo de la
trama, algo así como un resumen donde tengamos claro los personajes, la trama y
el desenlace.
Pero además de la edad, hay otros puntos que debemos
considerar.
- Pregúntese: ¿Para qué escribo?- Puede parecer una pregunta sin sentido, pero actualmente muchos grupos de teatro, escuelas y otras instituciones enfrentan una carencia de textos, no sólo para niños sino para jóvenes, que es una buena opción proporcionarles ese material. Claro que de ahí a obtener regalías la cosa se pone más complicada, pero al menos nos queda la satisfacción de proporcionarles a los niños obras interesantes y que salgan de lo común como las trilladas Caperucita, Pinocho, Los tres chanchitos y todos los etcéteras del mercado.
- Escribir acerca de lo que a uno de gusta.- Puede parecer algo sin importancia pero es cierto. Si no me gustan las brujas y los ogros, sería tonto escribir incorporando esos personajes. Lo ideal es que el texto sea importante para uno, que sea suceptible de una autocrítica, eso hará que el producto sea sincero y bien aceptado.
- Que el tema
sea interesante para el público.- Esto a veces pasa a un segundo plano y
el texto fracasa, el tema elegido tiene forzosamente que ser de interés
para el niño, caso contrario lo aburrirá. Es bueno tomar en cuenta el
punto anterior, pero tampoco darle mucha importancia a lo personal.
- Considere el
elenco.- Importante ya que hay dos posibilidades: Que la representación
sea a cargo de niños o que los actores sean adultos que actúan para los
niños. Esto va a influir básicamente en el lenguaje a utilizar y en la
complejidad de la actuación.
- Utilizar
lenguaje apropiado.- Esto es consecuencia del punto anterior, el lenguaje debe ir acorde con
la edad del espectador no solo por lo apropiado del mismo sino por su complejidad, hay
que tener siempre presente este punto para que el texto sea fácilmente
asimilado, sin embargo no debe descartarse el uso de términos que obliguen
al niño a recurrir al diccionario, ya que eso enriquecerá su léxico.
- Enseñe, no predique.-
Si se le da al auditorio un sermón obviamente se aburrirá y olvidará rápidamente
el mensaje que intentó darle, pero si en cambio presenta la idea con diálogos
cortos y el mensaje pasa desapercibido, éste permanecerá en el niño. Pongo
como ejemplo un fragmento de un texto mío: “Liza la lagartija”: en él,
el personaje principal no sabe como afrontar una desobediencia y le pide a un mono que la ayude, sin embargo éste no puede hacerlo y en lugar de darle un
suculento sermón acerca de la desobediencia, la convence en cuatro líneas:
MONO.- Entonces no pidas
imposibles. Lo que sí puedo hacer por ti es darte un buen consejo.
LAGARTIJA.- A ver, diga.
MONO.- Regresa a tu casa y
habla con tu mamá.
LAGARTIJA.- ¿Está loco?
MONO.- No, no estoy loco, habla
con tu mamá y dile la verdad.
LAGARTIJA.- Me va a castigar.
MONO.- Tal vez si, o tal vez
no.
LAGARTIJA.- ¿Cómo es eso?
MONO.- Digo que tal vez te
castigue porque te lo mereces, recuerda que le desobedeciste… o tal vez no te
castigue y crea conveniente el no hacerlo, porque ya aprendiste la lección.
¿Por qué ya aprendiste la lección, verdad?
LAGARTIJA.- Si, ya aprendí la
lección.
MONO.- Entonces ¿qué esperas?
¡Vamos vete a casa y habla con tu mamá!
LAGARTIJA.- Si, creo que tiene
razón… (SALE)
- Humor,
mucho humor.- Los tonos solemnes déjeselos a los trágicos griegos, a ellos les
encantaba crearle catarsis al público, a los niños eso les tiene sin
cuidado, ellos ven teatro –y participan del espectáculo- por simple
diversión, no por terapia. Empiece con humor, siga con humor y termine con
humor, aun en las cosas más triviales como saludar cuando se entra a una habitación y hay una visita. Y va el ejemplo:
ETELVINA.- (ENTRANDO FURIOSA,
ES UNA DE LAS HIJAS) ¡Esto ya es demasiado mamá!
CLARA.- Niña, saluda…
ETELVINA.- ¡Hola mamá, esto ya
es demasiado!
CLARA.- A mi no, a tu madrina…
ETELVINA.- (DIRIGIÉNDOSE A LA COMADRE ) ¡Esto ya es
demasiado madrina!
CLARA.- ¡Oye inculta, digo que
saludes a tu madrina!
ETELVINA.- ¡Ay, perdón! ¡Buenas
tardes madrina! (LE HACE UNA VENIA RIDÍCULA)
MADRINA.- Hola hijita, ¿qué te
pasa?
¿Captaron la idea?
Y ahora sí, a enfrentarse al papel en blanco, sin miedo, con la altivez
de un caballero cruzado y con la firme decisión de lograr un producto que será
la delicia del público infantil.
A fin de cuentas eso es lo importante.
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