LOS CUENTOS INFANTILES COMO TEMA TEATRAL II

Este post se suma al anterior, no como una continuación sino como un complemento ya que ha llegado a mis manos el libro de Bruno Bettelheim "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" que nos ofrece un panorama bastante interesante sobre el tema que estamos tratando.
De este texto son los extractos que adjunto:
 DETRÁS DE LOS CUENTOS


¿Por qué a un niño le fascina que le cuenten un cuento, y sobre todo el mismo, siempre?
Porque los cuentos  desarrollan una parte  muy importante del ser humano: la imaginación.
Pero también porque los contenidos de esos cuentos tocan las más elementales y sensibles fibras de los niños: sus miedos, sus penas, sus dolores; generalmente relacionados con el crecimiento y el aprendizaje de la vida.

Veamos algunos de esos cuentos y sus contenidos que no son tan dulzones como nos los presentó Walt Disney en sus películas.

CAPERUCITA ROJA:
                                    Quién no conoce este clásico, en el cual una niña va por encargo de su madre a visitar a la abuelita enferma y le advierte de los peligros del bosque. Ella desobedece y al encontrarse con el lobo le cuenta lo que le han encargado, el lobo se le anticipa, se come a su abuela y luego al llegar ella finge ser la viejita dulce y buena y termina comiéndose a Caperucita. Éstas son rescatadas de la barriga del lobo por el leñador y finaliza el cuento en forma feliz.
Según Bruno Bettelheim, autor del libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, hay una gran carga sexual en el desarrollo argumental de “Caperucita roja”. El lobo es un seductor y ella entra en ese juego con un desconocido en el bosque. Incluso el color de la ropa de la niña es un indicativo de tipo sexual, y la forma de la caperuza tiene una connotación fálica.
Caperucita roja  representa los procesos internos del niño que ha llegado a la pubertad: el lobo es la representación de la culpa que el niño experimenta cuando actúa contra las advertencias de sus padres y se permite tentar o ser tentado en el aspecto sexual.
Dice Bettelheim, que cuando el niño se aparta del camino que sus padres le han marcado (toma el atajo en el bosque), se encuentra con la “maldad”.
Al haber trasgredido las reglas, el niño teme que él o sus progenitores (representados por la abuelita) sean “devorados”. Pero, agrega Bettelheim, también es posible resucitar de la maldad, como sucede al final de la historia.
El lobo es la simbolización de los sentimientos sexuales (la espera en la cama y se la come), y el cazador es quien ejerce la función de protección y salvación.
En Caperucita roja, hay voracidad oral y deseos agresivos y sexuales propios de la pubertad. Caperucita aprende la lección al pasar ese gran susto en la barriga del lobo después de haber actuado por su propia cuenta. Al llegar el cazador, renace en un plano superior (sale del vientre del lobo), donde se relaciona con sus padres en forma positiva.

HANSEL Y GRETEL:  
                                   Hansel y Gretel, son dos pequeños hermanos que viven con su padre y su madrastra en una cabañita. Pero son muy pobres y no les alcanza la comida. La madrastra decide abandonarlos en el bosque, y ellos logran regresar a casa siguiendo un camino de piedritas marcado por Hansel. La madrastra se enfurece y los vuelve a abandonar, pero ésta vez el niño deja migas de pan en lugar de piedras y los pájaros  las devoran. Perdidos en el bosque, encuentran una casa de chocolate y galletas y se comen el techo, la ventana y cuando se van a comer la puerta, una mujer los hace pasar. Se trata de la bruja y la casa es una trampa para niños. Ella los captura y los empieza a engordar para comérselos.
Encerrados en una jaula, los niños logran engañarla haciéndole creer que un hueso de pollo es un dedo de Hansel. Enfurecida, la bruja enciende el horno, pero Gretel  la empuja hacia dentro y cierra la puerta. Los niños encuentran joyas y monedas de oro y regresan a su casa guiados por unos pájaros, viviendo felices con su padre.
Perdidos en el bosque, Hansel y Gretel, dan rienda suelta a sus frustraciones y a sus miedos comiendo en abundancia. En vez de enfrentar el problema de estar perdidos, engullen una casa de chocolate y evaden su responsabilidad de regresar a casa. Entonces aparece la bruja que es una representación de los aspectos destructivos de ésta falsa solución. Entonces, para sobrevivir, los niños saben que su único recurso se basa en llevar a cabo planes y acciones inteligentes y ya no meramente evasivas.
Hansel y Gretel representa al niño que se ve destruido por sus frustraciones y ansiedades, al comprobar que su madre se aleja o puede alejarse de él. Expresa el temor del niño de ser abandonado  algún día por sus padres y ofrece una respuesta: los niños son capaces de sobrevivir por si mismos.
Este es un cuento sobre la necesidad de la madurez. Por eso los tesoros que los niños han encontrado en casa de la bruja después de haber actuado con inteligencia, terminan siendo un premio. Finalmente les demuestran a sus padres que ellos pueden conseguir los bienes de los que el hogar carecía. Al ser dos hermanos (hombre  y mujer), los niños de ambos sexos se proyectan en este relato.

BLANCA NIEVES Y LOS SIETE ENANOS:
                                                                     Blanca nieves es la historia de una madre celosa por la floreciente sexualidad de su hija y el advenimiento de su menopausia. Blanca nieves es una niña, pero ha tenido una temprana crisis de pubertad. Ha descubierto la sexualidad y sabe que es bella. Pero para preservar su pureza (el color de la piel es simbólico), el cuento hace que entre en una situación no-sexual: ser el ama de casa de unos enanitos.
Durante el periodo preadolescente y apacible que Blanca nieves vive junto a los enanitos (personajes preedípicos que no han llegado al descubrimiento de la sexualidad), adquiere la madurez suficiente para alcanzar una adolescencia normal.
La historia de Blanca nieves según Bettelheim, muestra que el hecho de alcanzar la madurez física,  no significa de ningún modo que uno esté intelectual y emocionalmente preparado para la edad adulta. La parte roja (envenenada) de la manzana que Blanca nieves come, es para Bettelheim, un claro símbolo de las emociones desenfrenadas. Es curioso que la tragedia se inicie y concluya con deseos de comer: el ansia de la reina de tragarse el corazón de Blanca nieves y la tos que lleva a ésta a escupir la manzana para alcanzar la libertad final. Blanca nieves escupe la manzana que tenía atragantada sólo cuando el príncipe viene por ella. En ese momento está madura.

LA CENICIENTA.:
                              Este cuento juega con uno de los peores miedos de los niños: el hecho de ser rechazados por sus hermanos y ser postergados por su madre o madrastra.
Cenicienta sólo tiene una aliada: su hada madrina, (que suponemos es el fantasma de su madre muerta). La Cenicienta apela a los sueños que tienen todos los niños tímidos y disminuidos: la posibilidad que un acto de magia y de suerte les haga superar su situación y las eleve hasta convertirse en princesas y vengarse. En la versión original de los hermanos Grima, las hermanastras arrepentidas le piden a la Cenicienta que las deje asistir a su boda con el príncipe. Ella acepta. Sin embargo durante la ceremonia, un grupo de aves (tal vez enviadas por el hada madrina) bajan del cielo y arrancan los ojos a las hermanastras.

LA BELLA DURMIENTE:
                                         Esta es la historia de una joven victima de un maleficio al quedar dormida por pincharse el dedo con una aguja justo al llegar a la pubertad. Este encantamiento, se romperá el día que venga un príncipe a despertarla con un beso de amor.
Es fácil deducir el éxito de este cuento que promete el amor a las chicas dispuestas a esperar echadas a que les llegue el amor y la seguridad.
En este sentido, la Bella Durmiente es lo contrario de Caperucita que busca salirse del camino para arriesgar.

Los cuentos infantiles muestran personajes y situaciones en las que los niños ven confrontados sus anhelos y temores, pero también les permite liberar su imaginación. Los niños se identifican con héroes que viven situaciones parecidas a las suyas, pero también necesitan imaginar situaciones que van más allá de su realidad inmediata. A nosotros corresponde encauzar debidamente esa imaginación y ponerla al servicio de su desarrollo.
                           
                                  



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